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Las reformas

  • 16 febrero 2017 /

    Al pleno de la Cámara Legislativa llegarán la próxima semana las reformas penales para su dicusión tras un debate público con posiciones claras de defensa y oposición que no dejan duda, puesto que pese a presentarse la iniciativa se ha ido demorando su tratamiento en el Parlamento hasta supuestamente lograr una mayoría simple que ya ha sido calculada como más que probable, puesto que el clamor ciudadano y el agravamiento con hechos repudiables exigen la aplicación de la sabiduría popular, “a grandes males, grandes remedios”.

    Desde que surgió la iniciativa y fue presentada a la opinión pública se ha ido revistiendo por unos y por otros, por tirios y troyanos, en expresión clásica, de un interés político partidista derivado de la temporada electoral. Y aquí es donde hay que marcar limitaciones, no echando mano contra la libertad de expresión, sino escuchando, apelando y sintiendo el dolor diario, el profundo temor y el miedo o terror en el complejo y difícil espacio de supervivencia en que nos movemos la mayoría de los hondureños.

    “Son reformas que se contactan directamente a la gente y, por lo tanto, son reformas importantes para el país y deben salir del ámbito político”, explica la rectora de la Unah, quien hace énfasis en que “los hechos han cambiado y ahora es una violencia criminal con otras dimensiones e impacta a la gente y creo que esa es la responsabilidad que deben asumir los políticos”.

    Con el pueblo, el soberano, identificado así por algunos, en la mente y en el corazón, los legisladores deben limar aristas, proporcionar condiciones idóneas de acercamiento y dar una respuesta contundente que se traduzca, con todas las legalidades del caso, en reacción también contundente para frenar y reprimir el desbordamiento de la violencia, lo cual no significa que el único camino sea el castigo, y duro, pues la política de prevención enfrentando otros graves problemas sociales deben acompañar estas necesarias y urgentes reformas penales.

    Cerrar los ojos, como se vino haciendo en los últimos gobiernos y no atreverse a “tomar el toro por los cuernos” no es opción para el rescate del país y ni para la supervivencia, al contrario eludir responsabilidades en la persecución del delito y en la defensa de las garantías fundamentales de los ciudadanos no deben tener cabida en el pensamiento ni en las decisiones de los legisladores. Las víctimas del terror diario de la extorsión, del miedo en lo más profundo de los “huesos” al viajar en autobús o caminar en sus colonias o barrios exigen, aunque el temor les haga callar, castigo para quienes atentan contra la vida, contra la integridad física de las personas y contra los bienes y posesiones de los ciudadanos.

    “Las reformas penales las necesita el país, la gente sufre por la violencia”, expresa el presidente, quien confía que el próximo martes el Congreso marque la diferencia con un antes y un después.