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No corten mis alas

  • 26 septiembre 2016 /

    Lo pasado, pasado, parece ser la entendedera de los ejecutivos de la Empresa Nacional Portuaria quienes a lo mejor necesitan convocar a la junta directiva, al consejo de administración y hasta el mismo gabinete de Gobierno para cumplir un acuerdo pasado, pasado, del que si lo vi o escuché no me acuerdo.

    LA PRENSA, en su edición de ayer, colocó ante la opinión pública el caso de un muchacho, ¡vaya muchacho genio!, al que en el Gobierno anterior –por su dedicación al estudio y por el alto nivel de rendimiento, de manera que es conocido en la ciudad como “el niño genio de Puerto Cortés”– hizo la promesa a través de la Portuaria de respaldarle en el pago de la escuela, pues la familia es de escasos recursos.

    Algún descuido u “olvido” en la tesorería de la empresa pública, podría alegarse, pero no es así puesto que es tal la mora en el pago de mensualidades que el pequeño no ha sido admitido en el séptimo grado y hace un mes iniciaron las labores en el centro bilingüe donde estaba matriculado y en el cual se adeuda el año pasado. Para completar el cuadro, en enero fue despedida de la ENP la madre del niño por “recorte de personal”. Como señala la sabiduría popular, las desgracias no llegan solas.

    Cuestionable el despido, pues es bien sabido cómo se alcanzan esos empleos y por qué, en la mayoría de los casos, se recibe el anuncio de cesantía. Padrino o color son las posibles cartas de presentación o recomendación que dejan de tener peso y valor a medida que se decolora o se diluye la figura de padrinazgo. Que es la explicación inmediata en este caso.

    Todavía, entre las personas de cierta edad, se recuerda aquello de “orgullo de Honduras” y entre los porteños aquellos tiempos gloriosos en que la Portuaria era un vecino muy activo de la ciudad puerto dispuesto siempre para ayudar en el mejoramiento de las escuelas, de los centros comunales, de las iglesias, de las instituciones asistenciales, después llegó el decreto que obliga a pasar un porcentaje a la Municipalidad y comenzaron las trampas para eludir o retrasar el cumplimiento de la ley.

    “No corten mis alas” con la burocracia, con el traslado de la obligación de oficina en oficina, de burócrata en burócrata. Seguro que las dietas y viáticos se mueven al segundo y los gastos menores de caja chica fluyen con agilidad. Pero el compromiso en la educación se ¡olvidó! como se olvidan tantas cosas, por muy humanas y necesarias que sean, si no son redituables para los colores.