24/04/2024
07:22 AM

Un veneno letal

Participé recientemente en un congreso sobre orientación familiar promovido por una importante entidad educativa guatemalteca y en el que se alternaron expertos locales y extranjeros para disertar sobre las luces y sombras que se ciernen sobre nuestras familias hoy.

En este tipo de eventos, aparte de lo que uno puede modestamente aportar, se aprende mucho del resto de los ponentes; gente que ha dedicado años, décadas, de su vida a estudiar científicamente el valor que tiene esa sociedad intermedia de origen natural que se llama familia y a detectar y examinar aquellos fenómenos que hoy la amenazan y que ponen en riesgo su salud y, por lo mismo, comprometen negativamente a la comunidad entera.

En uno de los pocos recesos que se dieron en el evento pude compartir con el doctor Álvaro Sierra Londoño, colombiano, médico pediatra, padre de doce hijos y mediador conyugal. Comenzamos hablando de las razones que han hecho hoy del matrimonio una realidad tan frágil, tan precaria, que parece participar de un componente de transitoriedad que traiciona su naturaleza misma, y que da la impresión que el porcentaje de parejas que ahora recurren al divorcio estuvieran haciendo de él una institución en vías de extinción.

De entre algunas de las causas saltó una que no es que me haya sorprendido pero que sí me hizo ver como hay asuntos que han complicado la convivencia conyugal de tal manera que se convierten en auténticos venenos letales; y uno de ellos es la pornografía. Decía el doctor Sierra Londoño que mientras a un drogadicto, luego de un tratamiento adecuado en unas condiciones determinadas, puede “limpiarse” el organismo, a un pornógrafo resulta imposible “limpiarle” la cabeza de las porquerías y aberraciones de que ha sido testigo, y que las últimas investigaciones indican que la adicción a la pornografía no sólo causa cambios conductuales sino, también, neurológicos; es decir, no sólo daña el comportamiento sino al cerebro mismo. Y resulta que un adicto a la pornografía suele terminar contaminando y destruyendo su relación conyugal.

Estamos los matrimonios, pues, ante un enemigo formidable. Porque el acceso que niños, jóvenes y adultos tienen hoy a material pornográfico es fácil y gratuito. El “negocio” de la pornografía vía internet, y este dato lo encontré en una investigación realizada por algunas de las más importantes universidades estadounidenses, obtuvo hace un par de años sólo en ese país más ganancias que las que se obtuvieron por todos los espectáculos públicos, incluyendo el Súper Tazón, realizados en el mismo período.

Papás, ¿dónde estamos?, ¿qué estamos haciendo para salvaguardar el presente y el futuro de nuestros hijos? Que cada uno se responda sinceramente y actúe en consecuencia.