17/04/2024
01:35 PM

Paradigma de la abundancia

Si nuestra percepción del mundo dependiera de la información noticiosa y la mayoría de los análisis, no podría ser menos que apocalíptica: hambre y muerte en África, pandillas en América Central, amenazas nucleares en el Asia, conflictos que podrían desatar otra guerra mundial –la final, dicen- en el Oriente Medio, las crisis de Estados Unidos y Europa, el calentamiento global, la penetración de los carteles de la droga, corrupción, la pugna por el control de recursos naturales que se agotan … El último en salir que apague la luz.

No es que estos problemas no existan, pero la sobredosis informativa impide dimensionarlos en perspectiva. No es solo lo que difunden los medios, pues la natural tendencia del ser humano, tan escéptico para lo positivo, es creer sin beneficio de inventario cualquier noticia o comentario que traiga mal olor, escándalo, sangre. Si hay mucha basura es porque hay muchos dispuestos a comprarla.

Peter Diamandis, que sostiene que la abundancia es el futuro –verlo en www.ted.com-, nos recuerda con cifras el progreso en las últimas décadas: el tiempo de vida promedio del ser humano se ha duplicado, el ingreso promedio per cápita se ha triplicado, la mortalidad infantil se ha reducido 10 veces al igual que el costo de la comida; el costo de la electricidad se ha reducido en 20 veces, en 100 el del transporte, en 1,000 el de las comunicaciones.

Estadísticamente vivimos la era más pacífica de la historia. La alfabetización global ha crecido del 25% a más del 80%. Hoy la mayoría de quienes se encuentran técnicamente por debajo de la línea de pobreza tienen acceso a electricidad, servicios básicos, televisión, comunicación celular, incluso vehículos, objetos accesibles solo por los más ricos hace solo décadas. Un teléfono “inteligente” es mil veces más rápido que en la década del 70, y le ofrece al ciudadano común más información de la que estaba disponible al presidente de los Estados Unidos de Norteamérica hace 15 años.

Y esto apenas empieza. Para los entendidos la curva de la innovación tecnológica está en estos años tomando, comparativamente, la vertical, para acelerar exponencialmente sus resultados. En poco tiempo veremos que la reprogramación de códigos genéticos hace innecesaria la cirugía y la quimioterapia; desalinizadores de agua de mar que alterarán el paradigma del agotamiento de los recursos; energía fotovoltaica y alternativa que acabarán con la era del petróleo antes de que se vacíen los reservorios –como acabó la Edad de Piedra sin que se agote el mineral-; impresión tridimensional en casa, que desplazará la compra de muchos productos; aplicaciones celulares para diagnosticar enfermedades; robótica, nanotecnología. La lista sigue y es abundante en oportunidades.

Y no se trata solamente de saltos tecnológicos que sustituirán el paradigma de la sostenibilidad, basado en el axioma del agotamiento, por uno de abundancia, basado en la ilimitada capacidad de innovar, sino de un mundo en el que los individuos libres y espontáneamente conectados adquieren un potencial que antes solo podía pensarse en manos de Estados y grandes corporaciones. (HOY).