16/04/2024
05:42 PM

Retomar el pasado

Todos los días se escuchan en nuestro país reclamos ante la situación difícil que atravesamos, desde hace décadas, pero hasta ahora cuando estamos con el agua hasta el cuello reaccionamos.

Francisco Gómez Villela

Todos los días se escuchan en nuestro país reclamos ante la situación difícil que atravesamos, desde hace décadas, pero hasta ahora cuando estamos con el agua hasta el cuello reaccionamos. Las voces piden soluciones inmediatas a la corrupción, a la injusticia, a la violencia común y organizada, a la mala administración de la cosa pública, a la obscena impunidad, que encarcelen a los cachurecos (todos son malos), en una letanía de desesperanzas y súplicas dirigidas no se sabe hacia quién ni hacia dónde, porque nadie acepta responsabilidades. La generalidad exige resultados ya.


Será que no se percatan de que de todos los problemas aludidos y muchos más, el denominador común es un hondureño el culpable. Compatriotas sin identid ad nacional. Todos hondureños al mando de un barco que navega a la deriva por desidia y apatía. Hondureños gobernando hondureños.


Tal vez la solución pudiera estar en volver la vista al pasado y aprender a vivir. Ser como las personas que vivieron en este país generaciones atrás. Era una sociedad distinta que se regía por valores distintos.


Debemos retomar la humildad como punto de partida. Aquí hay demasiada soberbia. Nueve millones de endiosados que no se ponen de acuerdo.


Debemos retomar la compasión. No damos nada gratis. Vivimos en competencia de atesorar y no compartimos con el que tiene más necesidad que nosotros.


Debemos retomar el buen camino. Aquí hay demasiadas formas del ser, cada una adaptada al beneplácito de la propia conciencia. Somos permisivos de nuestros errores y de remate nos creemos libres de juicio.


Debemos retomar el dar el ejemplo a nuestros hijos. Aquí se ha perdido esa inspiración, pensamos en nuestros deseos de gratificación y no nos importa lo que piensen ellos de nosotros.


Debemos retomar la práctica de la educación y las buenas costumbres. Aquí no hay respeto por nada, la vulgaridad es sustrato y la malacrianza es parte del folclore.


Debemos retomar la religión como el medio de hacernos mejores personas. Aquí hay muchos religiosos de fin de semana, de momentos, con corazones marchitos llenos de odio.


Debemos volver la vista hacia el pasado, cuando las personas eran dignas por convicción, civilizadas, celosas de su reputación, dignos ejemplos para sus hijos, viviendo en perfecta armonía con todo y con todos. Esas personas lo hicieron bien. Encontraron el equilibrio del bien-estar. Eran también hondureños gobernando hondureños, pero su esencia era distinta.


Las voces piensan que el problema es político, pero es una forma simplista de verlo.
El problema es la nueva forma de ser hondureño.