18/04/2024
08:10 AM

Crítica y vergüenzas

Juan Ramón Martínez

No me disgusta la crítica de los lectores, celebro sus opiniones, favorables o no. El artículo “Honduras, orgullo y dignidad” ha provocado diversas reacciones, lo que me ha producido satisfacción. Porque igual que defiendo mi libertad, doy mi vida para que ellos ejerzan la suya. No todas las críticas tienen el mismo tono.

Algunos creen que no debí escribirlo. A otros les interesan poco los alcaldes, sino quién es el mejor editor: Ramiro Colindres o Evaristo López. Lo que no interesa a nadie es el libro, que posiblemente prologaré, sobre el carácter de los hondureños. Pero indirectamente muestran nuevas características nuestras: la pasión sectaria, la fácil intolerancia, cierta ingenuidad para entender que cuando pedimos y recibimos contraemos deudas que tenemos que pagar. El sectarismo es muy visible cuando se rechaza mi crítica hacia los 7 alcaldes, pero se justifica por la incapacidad y falta de honestidad del gobierno de JOH.

Es decir, que los alcaldes han actuado bien, ya que este gobierno no tiene la calidad del de Bukele, al que parece están a punto de pedirle que nos venga a gobernar. Y la intolerancia, e incluso cierta falta de respeto, la maneja un señor de apellido Villela cuando me indica qué debe avergonzarme y qué no. Muchas cosas me avergüenzan: la pobreza, la desigualdad, el irrespeto a la ley y la corrupción. Todo está escrito porque he dado mis opiniones de frente, sin miedo a nadie, incluso cuando aquí, en otros tiempos, algunos de los críticos de ahora frente al totalitarismo y la falta de libertad se llamaron al silencio. O volvieron la cara hacia otro lado, incluido el papá del que más ha pretendido ofenderme, sin lograrlo.

Me sorprende la ingenuidad de los compatriotas que están en desacuerdo e incluso los que pretenden ofenderme –cosa que no lograrán porque evito asumir conductas intolerantes– sobre las utilidades que obtendrá Bukele, que, no olvido que es el titular de un gobierno diferente al nuestro, con su manejo mediático se ha echado a medio mundo a la bolsa. Mientras JOH tiene sus días contados en el poder, Bukele no se sabe cuántos años gobernará.

Tampoco conocemos sus intenciones hacia Honduras, especialmente con esta oleada de simpatía que ningún presidente salvadoreño había tenido antes, por lo menos en los últimos cien años. De forma que cuando Bukele pretenda avanzar sobre Honduras tendrá un camino de flores sembradas por los que celebran su estilo cercano, su atención a los alcaldes –que JOH no atiende, en ningún momento– y le anticipan todo tipo de apoyo en el marco de esta nueva guerra fría que está en proceso de desarrollo entre China y Estados Unidos.

Bukele no es un tonto, él sabe que el respaldo hondureño es muy importante y que, en la medida en que JOH siga en el poder, este se mantendrá; pero que después del 27 de enero de 2022 las cosas cambiarán. Y el respaldo, fruto del rechazo a JOH, justificado o no, desaparecerá. Y sus planes con respecto al territorio nacional –que es mi mayor temor, porque no participaré en ninguna entrega de nuestra soberanía– enfrentará una población que, inevitablemente unida, defenderá a Honduras como lo hicimos en 1969.

Si Bukele aumenta su poder en El Salvador, da satisfacción a la Fuerza Armada, animándole en sus pretensiones reivindicativas sobre isla Conejo y la bahía La Unión, una confrontación armada será inevitable. Entonces, los entusiasmados y agradecidos de ahora tendrán que decidir entre Honduras o El Salvador. Y esto sí me preocupa, más que los dicterios y las ofensas que algunos me han dedicado 09:26 12/5/2021 en el pleno ejercicio de su libertad.