25/04/2024
12:24 AM

Emergencia educativa

Con una tasa de escolaridad promedio de ocho años, el año perdido ya representa una octava parte del tiempo de escuela de un hondureño medio.

José Azcona

Con una tasa de escolaridad promedio de ocho años, el año perdido ya representa una octava parte del tiempo de escuela de un hondureño medio. Esto puede llegar a ser otro año más (un 25% de la escolaridad media perdida, en total). Las tasas de deserción se incrementarían por lo que la tasa de escolaridad tendría un retroceso, más allá del efecto anterior. El efecto de ambas puede ser catastrófico.


Se puede diferenciar la velocidad de retorno para los distintos niveles. Para la educación superior y media, el avance puede ser con toda la celeridad que la prudencia permita. Para esta población que puede atender medidas de bioseguridad (en una sociedad donde no hay restricciones a la movilidad, por lo que igual pueden circular libremente) esto es factible.


La educación primaria requeriría más trabajo. Un sistema de dos jornadas permitiría una reducción en densidad del 50%. Una compresión de las jornadas eliminando recreos, eliminaría un riesgo importante. Dar prioridad a los educadores cuando se haga posible la vacunación, reduciría un riesgo importante.


Las escuelas requieren una inversión importante en servicios de aseo. Este periodo debe servir para hacer las inversiones necesarias para que tengan las condiciones de salubridad que nunca han tenido, y que son mas necesarias por la crisis. Posiblemente, habrá que extender los calendarios lectivos para recuperar todo el tiempo posible. Esto requeriría erogaciones adicionales, pero eso es un valor marginal comparado con el beneficio.


Es importante tomar todas las medidas, y hacer la planificación, previamente. Cada día que recuperemos hará una diferencia importante a largo plazo. Debemos hacer conciencia de la importancia primaria que tiene recuperar la educación presencial, y prepararnos para compensar el tiempo perdido.