Lo último sobre esta novelesca y apasionante serie es la solicitud de fiscales de la Corte de los Estados Unidos de América de incluir en juicio una fotografía donde se muestra, supuestamente, al presidente hondureño Juan Orlando Hernández Alvarado junto a una persona denominada CC-14 y otra junto al también calificado por la fiscalía como CC-3; dos que según los acusadores Jacob Gutwillig y Matthew Laroche están involucrados en el narcotráfico y de quienes hasta ahora los portavoces de esa fiscalía no revelan sus identidades.
Para los hondureños y este asunto de si somos o no un narco Estado solo ha quedado en emociones cargadas de adrenalina pura donde se debate día a día si se lo llevan o no, que mejor lo dejan, que ya viene el lobo, que ahora no, que aterrizó un avión de la DEA, no, es otra nave, pero ya casi se lo cargan, todo indica que lo andan cerquita, sí, no falta mucho… etc; y así progresivamente JOH sigue convirtiéndose en tema de desayuno, almuerzo y cena hasta llegar a las pesadillas y exabruptos de madrugada para miles de sus adversarios.
Ya acumulamos al menos dos años de la fascinante trama que vino a ponerle fin a lo irreal para incluir personajes reales a lo que antes era disfrutar en familia y desde la sala de casa cada capítulo de “Dos mujeres un camino”, “Lola la trailera” y “Marimar”, hasta llegar a las series de narcos que habían acaparado la atención de los hondureños quienes por último decidieron seleccionar por default la novela del narco Estado.
Mientras todos, o casi todos, estamos entretenidos discutiendo si es o no, anulamos categóricamente los verdaderos problemas de país, por ejemplo: cerca de dos millones de estudiantes no están matriculados en el sistema público de educación, sin duda una verdadera tragedia, pues la decisión en este país es avanzar con determinación a la construcción de la mayor fábrica de ignorancia de la nación; pero no, nadie está interesado en esa aburridísima serie, pues es mejor hablar del fascinante mundo del narco Estado.… y para muestra un botón, el domingo 14 de marzo, millones volverán a las urnas en la nueva fiesta electoral interna, pero nadie se detendrá ni un minuto a ver y denunciar las precarias condiciones de cómo se encuentran las instalaciones escolares y colegiales donde cada compatriota llegará por segunda vez cada cuatro años a elegir personas “idóneas y dignas” de administrar nuestros recursos.
Después de Eta y Iota 35,000 viviendas resultaron dañadas, muchas de ellas destruidas. Además se registró edificios públicos y decenas de escuelas afectadas, 37 puentes completamente destruidos y 53 con daños severos, pero los hondureños, por ejemplo, ya resolvimos el problema ante la falta de puentes (que el Gobierno prometió al menos Bailey lo antes posible, pero no), regresamos al vado o paso provisional, lo que hizo retroceder cien años en infraestructura secundaria de vías de comunicación, pero mientras la mula, la moto y el 4X4 pasen, en Honduras todo estará bien.
Hasta ahora Hondutel, una estatal telefónica parásito que alimenta a 2,300 empleados, no muestra visos de mejoría, y si así fuese, sería la alternativa ideal para proveer de Internet gratis al 60% de las familias que por ser, desde la Covid-19, Eta y Iota, miembros activos del 70% de pobres en el país, se encuentran lejos de crear condiciones virtuales para los dos o tres niños por hogar reprobados en 2020 y 2021 solo por ser pobres.
Y así una serie de verdaderos y críticos problemas de país que son invisibilizados intencionalmente para darle prioridad al fascinante mundo novelesco del denominado narco Estado, el cual muchos sectores contribuyen a preponderar, situación que cada vez es más dramática porque lo último que una sociedad espera es que no todos sus miembros caigan en las garras del ilusionismo y peor aún, que exteriorizan con orgullo vía medios de comunicación y redes sociales el haber sido hipnotizados por las trivialidades cotidianas de una nación donde las novelas son más importantes que su dolor y muerte.
Juan Orlando Hernández Alvarado llegará a ocho años de gobierno para después ser diputado al Parlamento Centroamericano, Parlacen, por cuatro años más donde seguirá gozando de inmunidad diplomática y mientras todo eso suceda, los hondureños, si no cambiamos de canal, seguiremos hundiéndonos entre políticos oficiales y de oposición que hacen del denominado narco Estado, el mejor escenario para pregonar las buenas nuevas y las malas por venir.