Por nuestro futuro estamos en la responsabilidad histórica de no permitir que se siga profanando el honor de la república. Por nuestro futuro es menester que regresemos al Estado de derecho, que de manera incólume se levante como faro que propicie salir del atolladero de impunidad en que nos encontramos.
Por nuestro futuro es esencial que en las elecciones primarias que se acercan elijamos una nueva esperanza que con manos limpias dibuje con certeza el camino de salida de este túnel oscuro de la última década.
Por nuestro futuro es tiempo de preguntar a nuestra conciencia ciudadana si los mismos de siempre tienen la altura moral para seguir gobernando cuando han hecho añicos el Estado de derecho y han succionado como pirañas los magros recursos estatales.
Por nuestro futuro indaguemos en los perfiles de los candidatos a elección popular y consultemos sobre su vida familiar, indaguemos sobre su actuar profesional, auscultemos sobre la vida pública de esa persona, es por nuestra generación que anhela un cambio sustancial no aparente ni mucho menos amañado en la gestión estatal.
Si usted considera que en la última década se ha corrompido a niveles elevadísimos la función gubernamental, si observa que no hay justicia para el débil, sino impunidad para los poderosos, si acepta que no hay democracia visible en la mesa de los ciudadanos ni en la seguridad pública, ni en los medios de empleo, ni en el sistema sanitario, entonces es tiempo de pensar en una nueva opción.
Por nuestro futuro reconozcamos que con los de siempre iremos a lo mismo o cada vez peor, el futuro se construye desde hoy; pero es necesario que contratemos a nuevos edificadores que guíen a partir de un nuevo diseño lo que será la patria del mañana. Estamos a tiempo de asumir responsabilidad ciudadana y elegir con la cabeza por nuestra generación y las futuras. Es tiempo de una nueva esperanza para Honduras.
