La cooperación internacional que siempre se ha hecho presente a través de sus programas de cooperación para el desarrollo, una vez más dice presente en un segmento considerado secundario en cuanto a necesidades básicas afectadas por la baja en los ingresos de los hondureños, pero que; sin embargo, es fundamental para el futuro de la juventud y de Honduras.
Comprar una computadora puede significar para miles de familias hondureñas un sacrificio que aunque quieran hacer, les es imposible ante un ingreso per cápita tan bajo y más deprimido por el desempleo y los daños económicos de la pandemia y los fenómenos naturales. Según el programa que tiene el gobierno, estas 200 mil tabletas serán compartidas por dos o más jóvenes estudiantes, lo que significa que si lo multiplicamos el número de estudiantes beneficiados ronda más de medio millón de estudiantes; empero, creemos que queda mucho por hacer por parte del gobierno para facilitarle a miles de jóvenes, sobre todo del área rural un acceso seguro y permanente de los jóvenes a la tecnología, como podría ser a través de sitios de internet comunitarios donde los jóvenes puedan acudir para conectarse y estudiar a través de la tecnología.
La democracia también debe traducirse en una democratización de la tecnología que posibilite en igualdad de condiciones el acceso a los jóvenes a la educación y la cultura. Los niños y jóvenes hondureños hoy enfrentan más barreras que nunca para poder ingresar a la enseñanza, ya que aparte de sortear la pobreza y la exclusión social deben luchar para poder mantenerse educando a través de las nuevas tecnologías del mundo moderno. Porque el reto que presenta la modernidad no deja opciones para los jóvenes, se trata de conectarse o condenarse a la pobreza y la exclusión social, se trata de sortear un obstáculo más que está impidiendo que millones de niños y jóvenes hondureños puedan recibir el pan del saber, pero que ahora gracias a estas 200 mil tabletas serán capaces de nutrir sus mentes con la educación y la cultura.
Mientras Honduras sigue registrándose muy altos índices de analfabetismo, la esperanza es que estas tabletas sean la primera de las contrapartes que el Estado pongan a disposición de nuestros jóvenes y niños para ir disminuyendo no solo el analfabetismo tradicional sino el llamado analfabetismo funcional, que se refiere a las personas que nunca han estado en contacto con todas estas herramientas tecnológicas del mundo moderno, dentro de las cuales los niños y jóvenes hondureños suman muchos dígitos.
Con nuestros jóvenes sin una evaluación técnica que mida sus capacidades para leer y escribir, si le sumamos este analfabetismo funcional, vemos que estas 200 mil tabletas pueden hacer una diferencia muy grande en este mar de dificultades.