Cuando los educadores mencionados señalaban el involucramiento de los padres estaban haciendo referencia a participar activamente en el proceso educativo de los hijos, ya que cuando esto sucede, los niños aprenden más.
Es interesante notar que la Biblia respalda este punto de vista. Según las Sagradas Escrituras, la familia era el centro de la actividad educativa y los padres eran los principales responsables de la formación de sus hijos (Deuteronomio 6:6-9). Todos los demás actores sociales como ser los sacerdotes, rabinos (maestros), sabios, profetas; o lugares como el templo o la sinagoga eran simplemente apoyo de un proceso liderado por los progenitores; quienes trabajaban en equipo con todos ellos para lograr el desarrollo deseado en sus retoños.
Tristemente los padres han ido claudicando de forma paulatina en el encargo que les ha sido delegado y se lo han confiado enteramente a la escuela. Sin embargo, es el padre el que se debe cerciorar, al fin de cuentas, si su hijo está aprendiendo realmente y evaluar si lo que se le está enseñando es correcto y verdadero. Sumado a esto existen asuntos importantísimos como la formación en valores y el desarrollo de todas las potencialidades del niño que solo el padre puede monitorear adecuadamente.
Por todo esto, nos atrevemos a sugerir que los progenitores deberían de tener mayor injerencia y participación en el establecimiento de los sistemas educativos nacionales. Esto serviría para hacerlos más pertinentes, realistas y adecuados. Si usted es de los padres que está pendiente de la educación de sus hijos, felicitaciones, su labor es encomiable y en extremo valiosa. No solo para su familia sino para la sociedad.
Ahora bien, si usted no ha estado tan involucrado en la formación de su retoño, nunca es tarde para cambiar de perspectiva.