Mañana asumen la presidencia y vicepresidencia de los Estados Unidos de América los electos Joe Biden y Kamala Harris. Múltiples desafíos sociales y económicos aguardan tener respuesta desde la Casa Blanca por el binomio demócrata.
Lo más urgente es una política pública seria para hacer frente a la pandemia del covid-19 que tiene en Estados Unidos al país con más altos números de contagios y de muertes en el mundo, las estadísticas son desoladoras y aún el presidente electo Biden ha pronosticado que vienen meses oscuros para la nación del Tío Sam.
Como consecuencia de ello la economía ha tenido un impacto brutal con cierre de empresas, miles de desempleados, y una recesión que profundiza la desigualdad. Los índices económicos no son alentadores, por el contrario, muestran contracción de las inversiones desafiando con ello a Biden y Harris para tener respuesta inmediata y hacer que la economía de las familias estadounidenses tenga un respiro en medio de la sofocación.
El legado divisionista de Donald Trump también es materia que debe “sanarse” bajo la nueva administración, para algunas voces lo ocurrido en el Capitolio el 6 de enero solo es la primera manifestación de muchas más que pueden ocurrir por delante: los supremacistas blancos no conciben la pérdida de poder ante las minorías, la democracia fue minada y en cualquier momento un mal paso puede hacer estallar una nueva crisis social e institucional.
De igual forma esta transición traerá el inicio inmediato de la campaña electoral de la vicepresidenta Kamala Harris para los sufragios del año 2024, seguramente la segunda al mando cuidará mucho sus pasos apoyando en todo lo que deba al presidente Biden, pero también habrá de calcular el costo político de desmarcarse en aquello que no le abone en su aspiración presidencial futura.
