18/04/2024
02:11 PM

Necedad

La pandemia avanza inexorablemente, ya que cabalga a lomo del humano.

Francisco Gómez Villela

La pandemia avanza inexorablemente, ya que cabalga a lomo del humano.

Como se esperaba, la diseminación del virus aumentó notablemente luego de las fiestas navideñas debido a el caracter “social” de la especie. Esto fue así en todo el planeta. En nuestro país al flexibilizarse las medidas restrictivas que habían sido impuestas por el Gobierno, que habían dado resultados importantes, y que fueron suspendidas por insistencia de le empresa privada, el virus se desbocó.

Y de nuevo los triajes, los hospitales públicos y privados están a reventar. Las personas le perdieron el miedo al virus, pero cuando se ven afectadas, personalmente o en sus familiares, despotrican contra el país.

En términos del manejo de la crisis de salud, el país, perdon, el Gobierno está aplazado.

Y empiezan las comparaciones con otros países de la región o de primer nivel. Y empiezan las conjeturas sobre medicamentos profilacticos de todo tipo, de las opiniones de médicos que ahora son especialistas en pandemia de coronavirus, de las premoniciones de muchos que micrófono en mano gozan en causar temor; y como evento último, pero no final, de la validez terapéutica de las vacunas, basados en teorías de conspiraciones y tramas propios de películas de ciencia ficción. Aducen que las vacunas necesitan años para probar su efectividad, desdeñando de las capacidades que la ciencia médica unida a la tecnología han alcanzado en los últimos cincuenta años, como ha sucedido en todas las ramas del quehacer humano. Y este tema lo aderezan con pensamientos que siembran más duda, acerca de las características de la vacuna, que no sirve porque es regalada, que vendrá muy tarde, y así por el estilo.

Y mientras tanto lo único que nos corresponde y que sí es efectivo, el distanciamiento social, no lo llevamos a cabo porque eso va en contra de nuestros deseos e intereses. No podemos dejar de salir, de reunirnos socialmente a beber, de andar de compras en malls, viajar al extranjero etc. De eso no nos damos por aludidos. Como decían nuestros padres y abuelos, “espiritu de contradicción”. Son innumerables las historias repetidas de familias infectadas por los jóvenes integrantes que a escondidas se reúnen con sus amigos a departir y llevan el virus a sus casas. Cada quien tiene una excusa para su irresponsabilidad.

Es difícil tratar con el pueblo. Allí la razón tiene pocos adeptos. Como dice un dicho popular: “La cabra solo para el monte agarra”.

Y aquí cada quien tiene su monte.