El año 2020 nunca será olvidado aunque habrá quienes quisieran borrarlo del calendario.
Nunca antes Honduras había experimentado por junto semejantes desafíos; pero nunca antes tampoco se había visto la mano solidaria del hondureño y el corazón generoso identificándose con el más necesitado. Pero esto no se trata de una palmadita en la espalda para respaldar el buen gesto, se trata de Honduras y sus 200 años como nación independiente. El próximo año, 2021, Honduras celebra dos siglos de historia como nación, marcados por unos índices que de tiempo en tiempo la han ubicado como una de las naciones más pobres del mundo, como el país más violento del hemisferio y así otros adjetivos que solo rivalizan con la empobrecida Haití, que también junto con Honduras ya ostenta la mayoría de edad al haber cumplido en 2004 sus primeros 200 años como nación. Empero, como hondureños que amamos a nuestra patria pocas veces habíamos visto un panorama tan oscuro, en pocas ocasiones nos habíamos sentido tan desalentados ante un presente gris y un futuro demasiado opaco; pero será por el destino, será como una prueba de resistencia, al cumplir sus 200 primeros años, Honduras espera de sus hijos, de sus mejores hijos, la entereza y la fuerza para plantarle cara a los grandes desafíos de 2021.
Mirar hacia atrás, hacia el tiempo colonial, poco nos puede abonar para entender nuestra historia, culpar a la conquista española de nuestros arraigados males solo hace que la herida no termine de cicatrizar, y mirar hacia el presente nos puede provocar la sensación de haber perdido el rumbo. Es necesario mirar hacia el futuro con esperanza en este bicentenario, todavía es tiempo para que con el concurso de sus mejores hijos Honduras comience a contar una nueva historia, después de haber pasado por el fuego de la prueba en 2020. Sabemos de los errores, de los fracasos que hemos tenido; sin embargo, estas dos centurias de angustias y penas no han minado la fe del pueblo, que todavía es capaz de mirar hacia el futuro con esperanza, de regalarse una sonrisa en medio de tanto dolor. Para todos nuestros hermanos los de aquí y los de afuera, que sienten con igual dolor y aún muchas veces con más impotencia por estar lejos, las tragedias de nuestra amada patria, para ellos siempre habrá un nuevo amanecer, una esperanza mientras la fe no se acobarde ante la fatalidad, mientras el amor no se deje vencer por el dolor y la desesperación. Para los privilegiados que pudimos ver cumplidos estos 200 años de historia patria, Honduras saldrá adelante con fe y voluntad, puesta la mirada en Dios y extendiendo la mano al hermano.