24/04/2024
12:27 AM

Ulúa y Chamelecón vivirán sin pagar renta

Arturo Nolasco

Miles de compatriotas en el valle de Sula deben ir haciéndose a la idea que de ahora en adelante tienen casa de diciembre a octubre, sí, solo por 11 meses al año, pues a cada noviembre es muy probable que el río Ulúa y el río Chamelecón inunden sus aposentos para arrebatar sus sueños y convertirlos en oscuras noches de pesadillas.

Si la lectura a esta realidad es que resulta más barato para las autoridades dejar que su gente tenga un mes al año entre fango, calles convertidas en ríos arrastrando muebles, estufas, microondas, televisores, colchones, bajillas y chifonieres, etc; que invertir millones de lempiras en volver la temporada de huracanes en una época de regocijo y disfrute familiar de la penúltima estación del año que sobrevive, porque la primavera y el otoño ya no existen, entonces, los costeños seguirán teniendo el respaldo del comercio y su “Black november” que les traerá muebles, estufas y refrigeradoras al crédito, cada 11 meses y a bajo costo.

Se estima que el costo de la represa El Tablón, que vendría a minimizar los feroces efectos del cambio climático para el Norte de Honduras, costaría 3,000 millones de dólares, esto mas la construcción de las represas los Llanitos y Jicatuyo por un valor de 800 millones de dólares. Pero sin duda son cifras inalcanzables, al menos a corto plazo para volver más seguro el valle de Sula y su lucha por domar al poderoso río Ulúa y Chamelecón en temporada de huracanes.

Hasta hace seis años, con Los Llanitos y Jicatuyo se estimaba que se llegaría a producir unos 300 megavatios de energía limpia, proyectos que serían financiados por el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social de Brasil (BNDES), el cual otorgaría 270 millones de dólares, 30 de la empresa Odebrecht, 100 de la Empresa Nacional de Energía Eléctrica, ENEE, y otra parte la cubriría el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE), en consecuencia: factura de energía más barata para cada uno de los hondureños, más agua durante el año para cultivos, agroindustria y menos posibilidades de inundaciones en el valle.

Las proyecciones eran para que éstas comenzaran a generar energía limpia en 2014 y bajo esos patrocinios, pero solo fueron ilusión. Hoy, estos datos son el punto de partida para concluir que el valle de Sula aún está lejos de un futuro prometedor, a no ser que desde ahora las cartas de intenciones pasen a la ejecución de estos sendos proyectos para desarrollarlos a corto plazo.

Al igual que usted, mi amigo, tras Eta y Iota, hay imágenes que quedarán marcadas para siempre, en ellas exaltan el dolor, la angustia, la desesperación, el luto; muchas lágrimas, momentos de terror y no solo en el Valle, el drama es en cada uno de los 18 departamentos del país, por lo tanto, lo último que debemos permitirnos es que éstas se vuelvan costumbre año a año porque entonces sí estaríamos dando el primer paso a la insensibilidad y la indiferencia.

Hace unos días se revelaba la preocupante proyección sobre la desigualdad social zanjada por la pandemia de la Covid-19 y ahora más tras los últimos fenómenos naturales en Centroamérica, en éste se reseña que el último llamado de atención lo da la oenegé Oxfam tras publicar un informe que vaticina que 52 millones de personas caerán en la miseria en Latinoamérica como consecuencia de la crisis sanitaria, lo que haría retroceder 15 años el combate contra la pobreza en el continente.

A ello le sumaría la conclusión del científico hondureño Salvador Moncada, quien ve un estado de crisis en el país para los próximos meses, donde se proyecta una crecida sin precedentes en infecciones por la Covid-19 y una serie de enfermedades que brollarán tras los fenómenos naturales que devastaron al país, circunstancias que para Sir Moncada deben contar con el respaldo determinado de las autoridades y la unión de una sociedad dividida, de lo contrario Honduras no logrará sobrevivir a esta embestida sin precedentes.