18/04/2024
08:21 PM

¿Famosos en política?

Francisco Gómez Villela

Reacciones marcadas han causado en la población al conocerse las listas de aspirantes a diputados por los distintos partidos políticos.

Por un lado están los que luego de varios períodos allí no han hecho nada bueno por el país y deberían dar un paso al costado; y por otro lado, los nuevos aspirantes, muchos de ellos sin las aptitudes necesarias para el cargo y seleccionados por tener una virtud desconocida que no tiene nada que ver con la de legislar.

Pero los nuevos aspirantes no tienen la culpa. Muchos desearían ser diputados, y la oferta seduce. Todo hondureño tiene el derecho a serlo. Los culpables son los partidos políticos que en un afán de mantener el poder apuestan por figuras con cierto arrastre popular de los medios artísticos, periodísticos, del deporte, con tal de agenciarse votos. Es vil populismo.

La nueva manera de hacer política no se rige por las normas de antaño. Allí no hay ideologías, eso está desfasado, solo hay oportunismo. Al llegar allí tienen que hacer a un lado su vergüenza, sus valores morales, su inteligencia e individualidad, su amor propio. Tienen que callarse y agachar la cabeza. Allí todos son soldados, siguen órdenes, so pena de caer en el destierro. No conocen de lealtades, todo tiene un precio, y se paga tarde o temprano.

El pueblo que ansía cambios debe inmiscuirse en política. En esas listas deberían aparecer personas probas de conducta y con un arraigado deseo de mejorar el país. Y existen, tienen nombre y apellido, son conocidos en sus comunidades, tal vez no sean famosos ni hijos de políticos, pero en sus lugares se les conoce por lo que han sido y el legado que han dejado.

Ellos deberían levantar la mano y decir presente al servicio de la patria. Hemos dejado a los políticos que jueguen a sus anchas por temor a vernos señalados de corruptos. Pero solo el pueblo decente saneará el poder político.

La democracia ya no lo es en ningún lugar en el planeta. Los modelos se derrumbaron. Ahora lo que existe es una mala copia disfrazando el poder absoluto.

“Si hubiera más políticos que supieran poesía y más poetas que entendieran de política, el mundo sería un lugar un poco mejor para vivir en él”. (John Kennedy). Personas adecuadas en lugares correctos, inspiración en ideales, bondad de acción, buenos propósitos. Hay que retomar la decencia como forma de expresión de un pueblo.
Un buen país se lo merece.