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La SIP y la sociedad de la información

  • 26 octubre 2020 /

La asunción del hondureño Jorge Canahuati Larach a la presidencia de la Sociedad Interamericana de Prensa es algo que llena de orgullo a los hondureños.

Noé Vega

La asunción del hondureño Jorge Canahuati Larach a la presidencia de la Sociedad Interamericana de Prensa es algo que llena de orgullo a los hondureños, pero que pone un enorme peso sobre la hoja de vida de este hondureño de prensa, ya que asume la dirección del más importante ente latinoamericano que lucha por la libertad de expresión en un momento tan desafiante, ya que por un lado el tiempo de pandemia tiende a alentar mediante la imposición de cuarentenas la actitud totalitaria de los Gobiernos, y por otro lado, la misma pandemia ha forzado la entrada de lleno de todas las sociedades latinoamericanas en el concepto de sociedad de la información, pero que lamentablemente esta entrada está plagada de noticias falsas.


El mundo ha cambiado por el covid 19 en un término de tiempo demasiado corto, provocando transformaciones en todo el mundo pero que junto con esas transformaciones, voluntarias o forzadas, también ha conllevado grandes riesgos de todo tipo desde sanitarios, económicos y también de información. Porque el desafiante mundo poscovid nos presenta un panorama sumamente desafiante para la prensa que tiene que adaptarse a las nuevas tecnologías; empero, el limitado acceso que tienen muchos sectores de la población a esas tecnologías, pero también a la lucha que ahora tienen en frente los medios serios ante la proliferación de la fake news o noticias falsas, ya que el peligro que estas noticias falsas representan para la sociedad aún no ha sido calculado debidamente, ya que esta difusión descontrolada y sin penalización alguna de las notificas falsas pone en riesgo la salud, la economía y la libertad de las personas.


Sin duda alguna, la presidencia de Canahuati Larach frente a la SIP no solo comporta la problemática nacional en materia de libertad de prensa, pues su gestión abarca a toda Latinoamérica; pero no es menos cierto que tiene un punto de partida interesante, partiendo de la propia problemática nacional hondureña, marcada por el secretismo o la opacidad en materia gubernamental y la utilización o inutilización que hace la mayoría de la población de estas nuevas tecnologías de la información, ya que los segmentos dominantes que la población más usa no son precisamente los más serios, sino los segmentos de diversión y de mensajería rápida.


Vivimos en un tiempo muy especial para la prensa, ya que esta nueva sociedad de la información que consume diariamente información como un producto de la canasta básica de consumo, también exige de la prensa un compromiso social y una alta actitud ética para poder hacerse un hueco en las preferencias de los usuarios de la información, ya que de no existir este compromiso, la competencia termina siendo entre las mentiras de las fake news y la falta de compromiso de la prensa seria, y en este desafío casi estamos seguros de quien lo terminará ganando, ya que siempre la verdad tiene piernas cortas y las mentiras unos pies muy ligeros.

La SIP enfrenta una nueva época, totalmente distinta de la era pospandemia, que si bien exige consensos sociales y económicos para poder avanzar, el papel de la SIP es poder balancear esta toma de consensos configurando los espacios necesarios para garantizar la libertad y el disenso entre la sociedad, sin que le ello le impida su avance, pero tampoco que termine por menoscabar en pro de bienes temporales, los bienes más duraderos y más importantes para la sociedad, entre ellos la libertad de expresión y la libertad de prensa.