22/04/2024
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El ferrocarril interoceánico

Tengo en mi oficina una portada enmarcada y un artículo del London Illustrated News del 15 de enero de 1859.

José Azcona

Tengo en mi oficina una portada enmarcada y un artículo del London Illustrated News del 15 de enero de 1859. El tema era Honduras y el posible financiamiento para la construcción del ferrocarril interoceánico y las bondades del proyecto. El fracaso de este proyecto ha quedado consignado a la historia como un ejemplo de ignorancia, corrupción e ineficiencia, con lecciones válidas.


En Honduras, el ferrocarril no se concibió como un proyecto comercial viable, que se pudiese desarrollar gradualmente según la necesidad atendiendo las necesidades de la economía local (caso de los otros cuatro estados sucesores de la unión centroamericana). La idea era otra, competir con el Ferrocarril de Panamá (habilitado en 1855) para transbordar pasajeros o carga entre los océanos Atlántico y Pacífico. Esa ruta era controlada por intereses de Estados Unidos, y se interesó en el proyecto la otra gran potencia en la región: el Reino Unido.


Sin embargo, a diferencia del Ferrocarril de Panamá, que se dio en concesión y se completo en tiempo y forma, el interés británico no fue suficiente para arriesgar su propio capital, sino únicamente para financiarlo. Esto disminuyó el nivel de escrutinio para garantizar la factibilidad del proyecto. Adicionalmente, en 1869 (año en que finalmente comenzó la operación del primer tramo) se completó el Ferrocarril Transcontinental de Estados Unidos, eliminando el mayor mercado que hubiese podido haber para transbordo.


Esta combinación de factores anulaba la viabilidad del proyecto. Esto sin contar la enorme rapacidad y crueldad con que los agentes financieros trataron nuestro interés, el cual nuestros representantes no protegieron por complicidad en el latrocinio o simple negligencia. Luego estudiaremos consecuencias y lecciones.