No estoy afirmando que esto es así. Pero, por la forma en que se han manejado históricamente los asuntos políticos en nuestro país, este tipo de situaciones levantan suspicacias y hace pensar si realmente no hay algo más de fondo, si este acto solidario es más bien algo malo que se le quiere dar un cariz de bondad.
En el caso de la iglesia cristiana y como dijimos en otra oportunidad, su actitud debe ser vigilante y atenta a la realidad social y política que le ha tocado vivir. La iglesia debe ser un ente fiscalizador de lo que sucede en el gobierno y el Estado. Debe acuerpar todo aquello que se realiza en sintonía con los ideales del Reino de Dios, pero también señalar los abusos y alzar la voz por las injusticias cometidas. Esta independencia es fundamental y no debemos hacer nada que pueda socavarla.
Ahora bien, pese a todo lo que se ha dicho el problema subsiste, los pastores en riesgo necesitan ayuda. Creo firmemente que la solución no debe venir del gobierno sino de la misma iglesia. Una de las virtudes cristianas que son parte del fruto de la persona convertida es la generosidad. Además, Pablo enseña en Gálatas 6:10 que el pueblo cristiano según tenga oportunidad, debe hacer bien a todos, pero mayormente a los de la familia de la fe. A esto apelamos.