23/04/2024
08:40 PM

El lado bueno del encierro

Roger Martínez

Casi cinco meses de encierro han significado muchos inconvenientes, a nivel colectivo y a nivel personal. De los daños que ha sufrido la economía se ha hablado bastante y, además, es algo que está a la vista. También se ha hablado y escrito sobre las repercusiones negativas que el confinamiento ha producido en la salud mental de muchos de los que lo hemos padecido y continuamos padeciendo. Sin embargo, como sucede con tantas cosas de la vida, hay un lado bueno de este encierro, y es bueno que nos demos cuenta y lo aprovechemos.

Los que tenemos una familia, que somos la mayoría, ordinariamente nos quejamos del poco tiempo del que disponemos para pasar con los nuestros.

El corre-corre en el que usualmente pasamos nos impide coincidir en tiempos y espacios con la gente a la que más queremos. Las comidas en familia, para el caso, si acaso se reducen a la cena, los días de trabajo, y a los fines de semana, cuando no hay otros compromisos sociales o laborales. Por eso es que pasamos añorando las vacaciones de Semana Santa o la época navideña, porque en esos momentos del año la prisa cede y podemos disfrutar de la compañía de la esposa y de los hijos.

De mediados de marzo a la fecha, la pandemia nos ha obligado a permanecer en casa más tiempo que muchas semanas santas y navidades juntas.

Muchos hemos podido hacer los tres tiempos de comida con la esposa y con los hijos, y hacer sobremesa como con mucha mayor frecuencia que antes que se presentara esta situación.

Además, hemos observado con mayor detenimiento las virtudes y, por supuesto, los defectos de los que viven bajo el mismo techo. Así, se han multiplicado las ocasiones para valorar lo bueno que hemos visto en ellos y de ayudarles a superar sus deficiencias.

De modo que, aunque pienso que la mayoría aspiramos volver a la normalidad, mientras ese momento llega, aprovechemos la oportunidad que nos ha brindado esta coyuntura para sacarle el mayor jugo posible.

Para eso hay que mantener los canales de comunicación abiertos con todos los miembros de la familia, saber escuchar, crecer en espíritu de servicio, sembrar optimismo y alegría, no quejarse de todo y por todo, saber elegir las batallas formativas que vale la pena pelear, poner el corazón en todo lo que hacemos y decimos, optar por la dulcedumbre en lugar de la amargura y, con todas las ganas, hacer amable la existencia a los demás.