19/04/2024
08:58 AM

Pérdidas y encuentros

'La pandemia es sinónimo de pérdida, profunda o leve, pero que conlleva desafíos propios para el que las experimenta'

Elisa Pineda

Aprender a vivir implica entender que vamos a experimentar muchas pérdidas, especialmente en momentos como el actual, cargados de restricciones, así como del reconocimiento de la vulnerabilidad humana, esa reflexión adquiere mayor sentido.

Hemos perdido la facilidad de reunirnos presencialmente, de visitar a familiares y amigos, de aceptar la cercanía de otros, sin sentir miedo.

Probablemente habremos perdido un empleo, un buen negocio, la posibilidad de crecer o consolidar un emprendimiento, tal vez hemos perdido beneficios ganados con el paso de los años, esfuerzo, estudio e inversión de recursos.

Es posible que las pérdidas sean aún más profundas. Tener que decir adiós a un ser querido a causa del virus o tal vez por otras razones, pero en un instante en el que hay menor posibilidad de brindar y recibir compañía física.

Hemos aprendido a acompañar a la distancia, a solidarizarnos a través de las lágrimas solitarias y en las oraciones como el mejor recurso para estar con las personas queridas.

La pandemia es sinónimo de pérdida, profunda o leve, pero que conlleva desafíos propios para el que las experimenta.

No solamente como individuos, sino también como sociedad, la pandemia ha puesto en evidencia pérdidas añejas, de las que quizá no éramos conscientes.

Hemos visto desbordar la falta de valores compartidos, la escasa sensibilidad humana, el desinterés por aquellos temas que impactan directamente en el bienestar de la población.

También hemos evidenciado que el centro de atención de muchos, especialmente de algunos servidores públicos, está afianzado en la defensa de posturas que contrastan con la realidad y se convierten en motivo de burla pública.

La distancia entre lo que se pregona y las acciones puede resultar verdaderamente catastrófica, incluso ofensiva, cuando no existe empatía alguna, sino soberbia desmedida ante un pueblo al que se le considera tonto.

En el ámbito personal, como en el colectivo, hemos encontrado grandes lecciones que es preciso rescatar para que tanto dolor no sea en vano.

Como personas debemos reconocer que el paso por el mundo es efímero y que más allá de lo que hacemos y poseemos es indispensable conectarnos desde la solidaridad, por encima de cualquier otra condición.

Como colectividad debemos encontrar la oportunidad para identificar qué es lo que verdaderamente buscamos ser y en quiénes depositar la confianza de las riendas de nuestra nación.

¿Qué nos mueve? ¿Defender posturas o supuestos liderazgos, vengar, proponer o trabajar? Estamos próximos a entrar en la vorágine de un año electoral. Aún estaremos lidiando con la pandemia y los efectos de esta cuando tengamos que dar un nuevo paso en ese destino compartido.

Que las pérdidas experimentadas nos sirvan para tomar decisiones sabias, a conciencia, buscando construir esa sociedad más justa para todos, que muchos deseamos. Que Honduras salga de la hondonada y no que sigamos profundizando la fosa. Es tiempo de encontrar el camino.