La gente hace bromas y chistes casi sobre cualquier cosa, incluidos sus problemas diarios.
¿Creen acaso que los problemas no ameritan seriedad para resolverse? Sinceramente, creo que no. Lo que ocurre es que se necesita una forma más optimista para enfrentarlos, y una forma hasta cómica de ver la vida con ellos. Es más, creo que si aumentaran los programas cómicos en la televisión y la radio, bajaría el índice de violencia en las calles. Una muestra de ello han sido los grupos de pandilleros juveniles en Nueva York. Cuando se reunieron en las esquinas para bailar “break”, aplaudirse mutuamente, hacer chanzas y reír a mandíbula batiente, dejaron en gran medida de pelear. No puede haber amor verdadero sin humor.
¿Quiere un ejemplo? Eche entonces un vistazo al ser humano cuando es más natural en su vida. ¿Qué hace un bebé? ¿Cómo muestra su amor? ¡Ríe, y su risa es contagiosa! Debemos aceptar también que el verdadero humor, debe contener también amor. Hacer reír al triste debe ser tan urgente como dar de comer al hambriento. Y lo ideal es hacerlo sin herir a nadie. Esos chistes que se llevan de encuentro a los demás, que lastiman profundamente el orgullo, la honra, la imagen, no son verdadero humor. Les falta el ingrediente del amor. ¿Pero, cómo podemos reír en un mundo como este, lleno de injusticias, miseria, crisis, luchas incesantes y problemas diarios? Recordemos a Shwizer: “El conocimiento que poseo es pesimista, pero mi voluntad y esperanza son optimistas”.
LO NEGATIVO: Creer que el mundo es solo un valle de lágrimas, al que fuimos enviados para sufrir y llorar.
LO POSITIVO: Comprender que la risa es cosa seria. Aprender a reír del mundo. Y sobre todo, aprender a reír de nosotros mismos.