18/04/2024
05:07 AM

¿Medidas de bioseguridad?

Henry A. Rodríguez

Muchas han sido las voces, de esperanza, optimismo, lucha, fe y confianza que nos han iluminado en los últimos meses de oscuridad, psicólogos, artistas, líderes religiosos, motivacionales y lo mejor de nuestro mundo y sociedad nos ha invitado a que como individuos y como humanidad, tras este proceso de catarsis global e histórica, nos comprometamos con la construcción de un futuro mejor.

Aún en medio de tantas teorías conspirativas sobre el origen de esta pandemia (ninguna comprobada hasta hoy) no son pocos los que la interpretan como un “estornudo de la madre naturaleza” que al fin se ha defendido de una humanidad abusiva, irresponsable y tirana.

Otros, por el contrario, enarbolan la tesis que el mundo está siendo víctima de su propio ambición sin escrúpulos y sed de poder. Con tristeza al ir pasando los días, vemos cómo estos “análisis” ambientalistas o sociopolíticos, para algunos temerarios y superficiales, no carecen de razón, pues todos coinciden en un punto: el egoísmo humano. Según la revista Forbes Centroamérica, en Honduras hasta el pasado 4 de julio habían muerto más personas por la violencia que por el covid-19, para esa fecha la cifra de muertos ascendía a 2000, haciendo un tétrico promedio, a un mes de distancia habría que sumarle tristemente unas 285 muertes más, esto es aberrante e inaudito.

Lo peor de todo, esto ya no es noticia, parece que los hondureños desde hace un par de décadas hemos cauterizado a fuego de resignación e impotencia, la herida que dejan nuestros muertos, nos hemos acostumbrado a ver cadáveres encostalados, mutilados, quemados y metidos en contenedores de basura, desprovistos de dignidad y comprobando el nulo respeto por la vida que hay en tantas almas. Tras el paso de esta crisis sanitaria, tenemos que luchar por buscar otras medidas de bioseguridad, (Bios –vida / securitas-certeza) para palear otra enfermedad, la violencia que se volvió endémica desde hace años y que no puede ser combatida con mascarillas y el gel de manos, Honduras necesita un sanitizante, pero en el corazón de sus ciudadanos, de sus políticos, de sus empresarios, de sus familias y de sus cristianos. San Pablo dice: Sumergido su pensamiento en las tinieblas y excluidos de la vida de Dios por la ignorancia que hay en ellos, por la dureza de su cabeza (Ef 4,18).

Es necesario aniquilar este virus que no daña los pulmones sino el alma, que no nos quita la capacidad de sentir sabor a la comida, sino a la vida misma, que no solo nos hace guardar distancia del prójimo, sino que nos aísla volviéndonos amenaza y enemigos del otro, al que hay que quitar de en medio, si es posible asesinándolo sin conciencia, y sin el más mínimo remordimiento. ¿Qué si se ha hecho algo para cambiar esto?, la respuesta es Sí , pero la mayoría de las acciones han sido diques agrietados que tarde o temprano se vuelven incapaces de contener el brote principal o los rebrotes de la violencia en esta sociedad enferma.

Estamos ante un momento decisivo de nuestra historia, y del giro que demos dependerá, si sobrevivimos o nos extinguimos, por eso “A renovar el espíritu de su mente, y a revestirse del Hombre Nuevo, creado según Dios, en la justicia y santidad de la verdad.”(Ef 4, 23-24)