25/04/2024
01:36 AM

Explicar no justifica

Francisco Gómez Villela

En el transcurso de la evolución la cultura ha ido modificando las perspectivas individuales o colectivas, alterando paradigmas, con el objeto de permitirse todo lo que le place.

Aunque data desde la antigua Grecia con los sofistas, el relativismo moral poco a poco ha ido calando en el desarrollo de conductas hasta el punto actual cuando se ha perdido la obvia línea divisoria entre lo correcto y lo incorrecto.

Y probablemente es a partir del siglo XX, cuando el concepto encontró el escenario ideal en medio de la cultura de la desinhibición como trofeo sobre el conservadurismo.

El relativismo moral es una teoría según la cual no existe ninguna forma universal de saber lo que está bien y lo que no lo está. Intenta explicar conductas que deben ser justificadas por alguna razón.

En los tiempos actuales cuando estamos a merced del caos causado por la degradación de los conceptos morales, este cae como anillo al dedo.

Si quieren razones a la falta de integridad, a la corrupción, a los fines oscuros de la política, a la violencia en todos sus expresiones, a la confrontación en toda relación, a la sublimación del ego, a la falta de compasión y solidaridad, a la negación de las virtudes, a la irreverencia y falta de respeto, a la pérdida de la espiritualidad, a la pérdida del concepto universal y eterno de la familia, allí las encuentran.

Todo es permitido porque la verdad puede ser tan distinta como el número de individuos, y nadie tiene el derecha moral de juzgarlo.

Esta forma de pensamiento ya es parte de la cultura.

Y se encuentra en todo ámbito, social, económico y político.

Definitivamente, nadie es perfecto y más de alguna vez el humano ha fallado. Y seguramente ha corregido sus errores.

Pero de eso a caer en la comodidad de conductas permisivas solo porque los demás lo hacen hay un gran trecho.

En su interior, al final de la noche, cuando se dispone a dormir y apaga la luz, el humano sabe lo que ha hecho en su día, bueno o malo.

El relativismo moral puede intentar explicar actos incorrectos, pero nunca encontrará la justificación.

La línea divisoria sigue allí para el que quiera verla.“Lo correcto es correcto, aunque nadie lo haga; lo incorrecto es incorrecto, aunque todos lo hagan” Agustín de Hipona.