20/04/2024
09:28 AM

'Resilientes en Dios”

Henry A. Rodríguez

Esta semana el proceso de “apertura inteligente” ha dado un giro inverso, y nuevamente las medidas de confinamiento por parte del gobierno han sido aplicadas en las zonas del país que están siendo más golpeadas por esta pandemia, a más de tres meses de haber comenzado con esta dinámica sui generis, muchos comienzan a pagar el precio a nivel emocional, psicológico y espiritual. Santiago 1,12, nos dice: “Bienaventurado el hombre que soporta la tentación, porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida que Dios ha prometido a los que le aman”.

Este pasaje de las sagradas escrituras nos habla de “resistir a la tentación”, pero en un sentido amplio, haciendo referencia a lo que la psicología moderna llama: “resiliencia”, la capacidad de adaptarse a los cambios estresantes, una cualidad que nos capacita para dar respuesta a las tragedias, las crisis u otros cambios que alteran la vida, y así poder recuperarnos de las dificultades. Pues por encima de toda experiencia negativa, independientemente de las circunstancias, es en cada uno de nosotros donde radica la decisión de dejarnos destruir por el sufrimiento o crecer y madurar a partir de él.

La resiliencia es el criterio bíblico de la vida cristiana, pues a lo largo de la historia de la salvación podemos ver numerosos ejemplos: Noé, Job, Oseas, Elías, Jeremías, Pablo, los apóstoles y por supuesto nuestro Señor Jesucristo, cada uno tuvo que sufrir mucho, superar obstáculos, dolor, dificultades y tentaciones, haciendo uso de la perseverancia, pero sobre todo de la paciencia y la confianza en Dios para llegar a cumplir el propósito de su vida. Y es que el creyente posee una clave interpretativa de la realidad, que en estos tiempos difíciles, volviéndose casi un “poder sobrenatural”, pues su fe enraizada en la experiencia del encuentro, con la persona de Cristo, le sostiene por el poder de Dios volviéndolo naturalmente resistente y resiliente. San Pablo nos dice: “Atribulados en todo, mas no aplastados; perplejos, mas no desesperados; perseguidos, mas no abandonados; derribados, mas no aniquilados”. (2 Cor, 4, 8-9)

Junto con la “resiliencia” aparece un segundo elemento de inteligencia emocional humana y sana conducta cristiana: “La Aceptación de la realidad”, pues de momento, esta crisis sanitaria es lo que hay, no podemos escapar a ninguna parte y entre más nos neguemos a aceptarla, mayor será el sufrimiento. Aceptar ayuda a conocernos más, a valorar lo que antes no apreciábamos, convirtiéndose en un instrumento iluminador mediante el cual se comprende mejor la vida, ayudándonos a ubicarnos en la realidad, y a la vez a dar el paso hacia la trascendencia, mediante la plenitud de la conciencia y la apertura espiritual, pues al ver que lo que nos rodea nos desborda, no hay otro camino, para el que cree, que abandonarse con fe en las manos de Dios, eso sí con el realismo de la responsabilidad, haciendo la parte que nos corresponde, como miembros de esta sociedad.

Por último y no menos importante es ser capaces de buscarle sentido a la vida, dejar de vivir por vivir, porque el sufrimiento cuando se rodea de sentido de vida se convierte en oportunidad, para ser más fuertes, pues el que tiene claro hacia dónde camina aspira a ser y hacer aquello para lo que sabe fue planeado, desde la eternidad, y en lugar de verse derrotado, se siente desafiado para superar sus caídas y alcanzar la meta que le ha sido trazada. “Confía en el Señor de todo corazón y no te apoyes en tu propia inteligencia; reconócele en todos tus caminos y él enderezará tus sendas.” (Prov 3,5-6)