La salud es lo primero, un antiguo y tradicional proverbio de la humanidad y, de igual manera, habiendo comida aunque no haya vino, o si hay frijoles hay comida. Y actualmente con la crisis de la pandemia del coronavirus, la humanidad aprecia aún más la salud y la comida.
El covid-19 desmoronó la salud de los seres humanos con casi 4,000,000 de contagiados y cerca de los 270,000 muertos, siendo la vieja Europa y la potencia del mundo Estados Unidos los más afectados.
Aun con tanto poder económico de esas potencias económicas mundiales, quedó aún más demostrado que la salud no se compra con dinero.
Los recuperados de esa pandemia del coronavirus no hay duda de que aprenderán a cuidar más la salud y a señalar, condenar y recomendar a los irresponsables de las medidas de esa peste que con la salud no se juega.
Pues muchas de las víctimas mortales mayores fueron contagiadas por gente joven que contrajo el virus en lugares públicos, cuando empezaba la propagación.
Ese misterioso y cuestionado virus que empezó a atacar a los chinos y luego al resto del mundo y a cuatro meses de su inicio todavía anda haciendo estragos en la humanidad.
No hay duda de que los países pobres del globo terráqueo son los más afectados por sus endémicos sistemas de salud y también los que han aguantado aún más hambre en este tiempo de pandemia.
En el caso de Honduras, un país con un enfermizo y desnutrido sistema de salud y una reforma agraria olvidada, donde la mayoría de los comestibles, como el maíz y los frijoles son importados, la hambruna muerde los estómagos vacíos.
Pues el 80% de los hambrientos en el país hoy más que nunca gritan al cielo que tienen hambre en un país llamado Honduras.
