23/04/2024
12:41 PM

Aplacar las llamas

Francisco Gómez Villela

Sucesos de relevancia mundial en este inicio de año:El 3 enero, el poderoso comandante de la fuerza de élite iraní, Qasem Soleimani, fue abatido en las afueras del aeropuerto de Bagdad en un ataque llevado a cabo por el Ejército de los EUA. El 8 de enero las tropas iraníes derribaron por error un avión de pasajeros ucraniano que cubría la ruta Teherán - Kiev, con 176 civiles a bordo, como resultado del clima belicista extremo de ese momento.

El 31 de enero el Reino Unido abandona la Unión Europea de la que formaba parte desde 1973, poniendo fin a una relación incómoda con el resto de Europa y suponiendo cambios a nivel político, económico, social y volviéndolos extranjeros en el continente.

Las lluvias de mediados de febrero terminaron de sofocar un incendio devastador que tenía meses de azotar Australia y que supuso la muerte de miles de millones de animales y destrucción total del medio ambiente.

La epidemia del coronavirus iniciada en China en diciembre 2019 ya es mundial, suman cerca de 90,000 infectados en el planeta y cerca de 3,000 muertos. Se prevé que será causa de una recesión económica y crea una escalada de terror y caos como nunca antes vista a nivel global. ¿Será un designio divino ante tanto irrespeto al orden natural ejecutado por esta humanidad insensible y carente de valores?

¿O el resultado lógico al ego, el individualismo, el divisionismo predominante en el ser humano actual?

Estamos viviendo desprovistos de toda sensatez. Tanto que nada nos causa asombro. Cualquier aberración solo nos produce elevación de las cejas. Todo es permitido y defendido por los derechos humanos.

A nivel global un planeta sin orden, confrontado por el poder y la corrupción. Y a nivel de países el resultado es una copia en pequeño. Y cuanto más pequeño el país, mejor la copia.

Avaricia, vulgaridad, violencia, egocentrismo, soberbia. No hay visión de existencia a largo plazo, no se hacen planes a futuro. Acumular y derrochar es el estándar de vida ideal.

¿Y Dios? Bueno, es el gran ausente de esta tragicomedia. Desde que el humano lo sacó de su corazón, de su hogar y lo encerró en las iglesias, todo se ha empeorado.Hay que bajarle la velocidad a la vida y aplacar las llamas.Tenemos que dejarle planeta a las nuevas generaciones.