Yo también estoy en contra de los insultos, contra el Papa y contra cualquiera -por ejemplo, contra Benedicto XVI o el cardenal Sarah-. Así que estoy de acuerdo con el cardenal en que los insultos, todos los insultos y no solo los de un sector, deben terminar. Podemos discutir, e incluso podríamos separarnos, pero no deberíamos jamás dejar de amarnos. ¿Cómo puedo defender la verdad, o lo que yo considero que es la verdad, faltando a la caridad?
Más confusas son las palabras que habría dicho el cardenal italiano, porque habría invitado a hacerse protestante a los que no les gusta la Iglesia católica porque la consideran demasiado estrecha; esta frase podría ir dirigida a los que quieren reformas -como la del sacerdocio femenino- y se quejan de esa estrechez; tendría razón el cardenal al invitarles a que entren en una de las muchísimas comunidades eclesiales protestantes.
Lo que pasa es que el cardenal ha unido esa frase a la crítica hacia el Papa. ¿Se refería a los que quieren que la Iglesia acepte todo lo que el mundo exige, y acusan al santo padre de ser demasiado conservador? Si esta fuera su intención, no tendría ninguna objeción que hacerle.
Pero, en cambio, si lo que su eminencia quiso decir es que deben hacerse protestantes los que no están de acuerdo con la confusión que hay en la Iglesia y con algunos cambios en las normas morales -como la comunión a los divorciados vueltos a casar-, me atrevo a decirle, con todo respeto, que eso es una incongruencia. Porque lo que esos católicos desean es, precisamente, ser católicos, seguir siendo católicos.