El Consejo Hondureño de la Empresa Privada (Cohep) instó a declarar emergencia ante la falta de oportunidades laborales en el país, de acuerdo con las noticias de hace pocos días, llamado que es muestra de la gravedad de la situación.
En 2019, el sector privado habría generado 16,925 empleos; mientras el sector público, cerca de 16,100, de acuerdo con dicha organización. Pero las necesidades de empleo de la población son mucho mayores.
Más allá del desempleo abierto es inquietante observar que la tasa de subempleo es mayor casi del 60% de las personas ocupadas.
Esto significa que el problema más grande radica en la calidad del empleo generado, es decir, en la posibilidad de satisfacer las necesidades básicas –como mínimo- de buena parte de la población.
La generación de empleo implica importantes desafíos, especialmente si recordamos que cada año aproximadamente 170,000 jóvenes hondureños que concluyen la educación media ingresan en el mercado laboral, lo que aumenta la presión sobre el problema. Por otra parte, entre la calidad educativa –especialmente de la educación pública- y los requerimientos de la empresa privada hay, por lo general, una gran brecha.
Dicho metafóricamente, para muchos jóvenes a menudo corresponde aprender a transitar en la autopista de la información cuando se ha aprendido solamente a hacerlo en carreteras de tierra. Quizá sea duro, pero para muchos puede ser una realidad.
Además de lo anterior, en el mundo, se estima que la automatización hará desaparecer millones de trabajos, mientras paulatinamente surja la necesidad de otros nuevos, que requerirán el desarrollo de nuevas destrezas y habilidades.
Esto significa que esta nueva realidad impone un desafío adicional, en la medida en la que el país incursione poco a poco en los avances tecnológicos que ya se están implementando en otras latitudes, muchas tareas que en la actualidad representan una gran oportunidad de empleo serán sustituidas por máquinas.
Este panorama nos llevaría a pensar que quienes logran un empleo digno en Honduras pueden sentirse satisfechos y comprometidos con su labor, en casi cualquier campo; que la rotación voluntaria de personal debería ser baja para buena cantidad de las empresas, que tener empleo garantizará estabilidad, pero no es así.
Además de estadísticas y hechos concretos, también hay que pensar en las percepciones y expectativas de la población que requiere de empleo, influidas por información y estereotipos transmitidos por medios de comunicación tradicionales y nuevos, de manera especial en redes sociales.
En esta época, quizá como nunca antes, existe la posibilidad de comparar la propia vida y las posibilidades de cada uno, con miles de personas no solamente cercanas, sino alrededor del mundo.
La inconformidad constante puede ser buena, en la medida en la que impulsa a la mejora continua; pero puede ser también una fuente inagotable de frustración.
Quizá uno de los mayores desafíos, tan grande como los anteriores, especialmente para las empresas pero no solamente para ellas, sea mantener la motivación de la gente, no solamente para quedarse en su lugar de trabajo y querer crecer en él, sino de manera especial, para no perder la esperanza en el país.