Hay tres variables macroeconómicas que lograron buenos resultados en 2019 y son de las más importantes en una economía: inflación, devaluación y control del déficit presupuestal. Las que tuvieron resultados negativos son la inversión, el crecimiento y el empleo. Todas esas variables están relacionadas unas con otras.
Es positivo mantener los precios bajos, pero no cuando la principal causa es la ausencia de crecimiento y una baja en la creación de empleos. Es positivo que no se devalúe el peso y crezcan las reservas del Banxico en dólares, pero no son sustentables esos logros cuando crece la deuda en dólares, hay una balanza petrolera negativa y las remesas récord de los trabajadores en Estados Unidos son el principal factor que mantienen estable el peso.
Es un error considerar que el nulo crecimiento se debió a la reducción del gasto público. Fue la incertidumbre y las expectativas negativas las que frenaron la inversión.
La inversión, detonadora del crecimiento y el empleo, no se detuvo al gastar menos el Gobierno -lo que impidió un mayor déficit presupuestal-, sino por la incertidumbre generada por declaraciones y acciones de los gobernantes, como la cancelación de Texcoco y de las rondas petroleras. Una recaudación menor a la esperada por los altos impuestos, el menor crecimiento y gastos no contemplados, llevaron a que en otros sectores se gastara menos de lo presupuestado, no fue que guardaran el dinero. No hubo recursos suficientes en salud y retraso en pagos a proveedores por gastos para cancelar Texcoco y financiar otros proyectos no contenidos en el presupuesto original. Sí hay salidas, si el Gobierno rectifica sus decisiones equivocadas de 2019; si persiste en hacer lo mismo en 2020, tendremos los mismos o peores resultados que el año pasado.