18/04/2024
08:32 PM

Honrar

Francisco Gómez Villela

En el cementerio de Arlington, Virginia, se encuentra la Tumba del Soldado Desconocido, creada como el reconocimiento de un país a aquellos que perdieron la vida en batalla y no volvieron, y ofrecerles así a sus familiares un sitio para orar por ellos. Desde 1937 es custodiada 24 horas, 365 días al año, en cualquier clima, por una élite de soldados que siguen un estricto protocolo para pertenecer a este cuerpo de Guardianes de la Tumba. Ellos prometen evitar cualquier falta de respeto o profanación hacia ella. El cambio de guardia es un espectáculo lleno de honor, respeto y protocolo militar como pocos.

La vida ocupa con frecuencia de actos como esos. Maneras de honrar de forma sublime e impecable, y que llenan el corazón de sentimientos de gozo, orgullo y dignidad.

Porque dentro de nuestra humanidad hay un lugar que se regocija de esos detalles, de los simbolismos eternos, de la honra merecida, de los actos de valentía, de situaciones que logran aflorar lágrimas espontáneamente y se forme un nudo en la garganta. Algunos lo llaman el alma, o espíritu, o Yo superior, lo llaman de muchas maneras. Bequer a eso se refería cuando dijo: “El espectáculo de lo bello, en cualquier forma que se presente, levanta la mente a nobles aspiraciones”.

Debemos buscar los motivos para honrar, porque cuando lo hacemos nos volvemos mejores personas. No se requiere pompa o ceremonias. Puede ser algo tan sencillo como reconocer la dignidad de todas las personas y tratarlas con respeto.

Este planeta necesita más de estos detalles. Nos hemos endurecido tanto que la violencia nos seduce y produce morbo. La política ha arrasado con todo vestigio de bondad. La malacrianza, la vulgaridad, el desdén por los demás son las tendencias actuales.

Nuestro país necesita que salgamos de la simpleza de la vida, de las situaciones que nos rebajan, de los sentimientos que nos envilecen, del odio que nos corroe, de todo aquello que crea lastre y nos vuelve vanos.

Necesitamos alimentar lo bueno que tenemos como personas, y eso solo se consigue ejercitándolo. Honrar algo o a alguien puede ser un proceso cotidiano, silente y personal. Es una manera de reconocer y aplaudir la esencia de lo bueno cuando la encontramos.Cuando honramos, el Universo sonríe.