Según una encuesta, una de cada 20 personas piensa con alguna precisión lo que quiere lograr en el próximo año; sin embargo, Samuel Weiss nos dice que sin importar si lo sabemos conscientemente o no, todos contamos con plan para el futuro: unos lo planifican a propósito; otros, desgraciadamente los más, serán víctimas de la improvisación. En otras palabras, estarán planificando probablemente su fracaso.
Es una verdad tan evidente y tan poco comprendida que quisiera repetirla de nuevo: quien no planifica su futuro, planifica posiblemente su fracaso. Para explicarme mejor, permítame recordarle algo que usted ha sabido siempre. Dios puso en el ser humano dos maravillosas herramientas, la memoria y la imaginación. Mediante la memoria aprendemos del pasado. Eso nos permite sacar provecho de los errores cometidos y los convierte así en parte vital de nuestra enseñanza. Y mediante la imaginación creamos el futuro, lo que nos permite “ver” las cosas “como quisiéramos que fueran”, y además tenemos la capacidad de trabajo para convertir eso en realidad.
Son tan poderosas estas herramientas que cuando las usamos mal producen resultados terriblemente adversos. Por ejemplo, quien utiliza la memoria tan solo para recordar sinsabores y fracasos o aquellos que no analizan nunca sus errores y comprenden tarde “que quien no aprende de su historia está obligado a repetirla”; pero permítame hablarle bien de la imaginación, quizá la cualidad que demuestra al mundo que fuimos creados a imagen y semejanza de Dios. Es la herramienta maravillosa que nos permite “visualizar” el futuro que deseamos construir, motivándonos a la acción. Cuando finalice 2020, ¿qué quisiera usted haber logrado?
LO NEGATIVO: no comprender que quien no planifica su futuro planifica posiblemente su fracaso.
LO POSITIVO: utilizar siempre bien esas dos poderosas herramientas: la memoria y la imaginación.