17/04/2024
10:31 PM

Hablando solo

Alfredo Haces

Qué difícil resulta conversar personalmente con nuestros seres queridos y amistades en general, sea en nuestros hogares, trabajos, centros de estudios o en cualquier lugar, pues las redes sociales mantienen enredada a la mayoría de las personas.

En los hogares, la familia ha dejado de platicar las 24 horas del día y los siete días de la semana, empezando por los padres, que se han convertido en cibernautas empedernidos, siendo su plataforma favorita el Facebook, que los mantiene informados sobre cualquier tema, en especial el ocio y diversión.

Y los hijos han caído a la comunicación del silencio extremo a través de taparse los oídos con audífonos de diversos tamaños, precios y colores.

Los comedores de las casas han sido abandonados y solamente sirven para mantener una mesa, sillas que lucen vacías y un florero, pues desaparecieron las conversaciones familiares en las horas de las tomas de los alimentos.

Llegando casos extremos que los abuelos también están infectados con esta pandemia digital de las redes sociales y dominan al dedillo, especialmente, al popular Facebook. Esta fiebre del internet es la mayor que ha existido en la humanidad y mantiene enchufados a la mayoría de los siete mil millones de habitantes que hay en el globo terráqueo.

En Honduras, con una población superior a los nueve millones de personas, este fenómeno de las redes sociales se ha convertido en una necesidad primaria, ocupando un espacio fundamental en la canasta básica familiar.

Se calcula que un 70% del total de familias hondureñas hacen uso de las redes sociales y que hay más de 4 millones de teléfonos celulares.

El problema del mal uso de la tecnología del siglo XXI es que la familia se tecnificó, pero se ha perdido la tradicional comunicación interna familiar en un país llamado Honduras.