24/04/2024
10:43 AM

Caravanas migratorias

Juan Ramón Martínez

Al final del día, los emigrantes que se movilizaron en caravanas hacia Estados Unidos tuvieron sus resplandores. Se volvieron visibles, pero alentaron a Trump y sus seguidores, quienes vieron en ellas verdaderas invasiones que ponían en riesgo la seguridad de los Estados Unidos.

Ahora, un tiempo después, la iniciativa la tiene Trump, que no solo ha mantenido el tema en su campaña de reelección, sino que, ademas, le ha doblado el brazo a México, Guatemala, El Salvador y a Honduras. Ahora, el muro fronterizo no está en el río Bravo, sino en el Usumacinta, en Esquipulas, en Guasaule.

Los acuerdos migratorios obligan a los llamados países seguros a cumplir su papel en la retención de los emigrantes. México a los guatemaltecos, hondureños y salvadoreños, y Honduras a los cubanos, haitianos y africanos. Eso a cambio de que no nos pongan impuestos a las remesas, que no rompan el TLC y que no apliquen sanciones específicas. Confirmando lo que dijo Kissinger, que es un verdadero peligro ser enemigo de los Estados Unidos; pero es mortal ser aliado suyo.

Volviendo la vista hacia atrás, podemos aventurarnos a decir que tras lo que parecía un éxodo natural, fruto de las condiciones específicas que expulsaban de sus países a los emigrantes desesperados, lo que hubo fue una planificación que, instrumentalizando a las personas dispuestas, buscaban incomodar al Gobierno de Estados Unidos. México, posiblemente, participó en este juego luciendo inicialmente generoso al entregar visas humanitarias.

Es posible que también los demócratas hayan agitado las aguas para buscar votos con los que derrotar a Trump, pero no hay que excluir que este mismo haya incitado las migraciones violentas y publicitadas para crear un problema que ha sido muy bien explotado por el presidente Trump que, fiel a su estilo, ha provocado y amenazado a los Gobiernos del sur de sus fronteras, cumpliendo su palabra de que el muro lo pagaría México. Y cuando decía México, también incluía a los tres países del Triángulo Norte. Porque, de acuerdo con las negociaciones, a partir de ahora le haremos el trabajo a los Estados Unidos, que, bajo el liderazgo de Trump, se ha apuntado un gran éxito.

Ha logrado ampliar sus fronteras hacia el sur, con amenazas y bravuconadas, logrando que los países a los que les torciera el brazo le hagan su trabajo, incluso en contra de sus propios intereses. Porque para todos ellos, el sostenimiento de sus desigualdades está determinado por la preservación de los emigrantes en los Estados Unidos que envían remesas, principal ítem del producto interno bruto.

Al final, sin embargo, los grandes perdedores son los potenciales emigrantes. Se han incrementado los costos, aumentado las deportaciones y dificultado el camino. México trata mal a sus vecinos del sur, ofrece recursos que ha olvidado entregar y obtiene mejores resultados como policía migratorio a los Estados Unidos. Mientras que los inmigrantes pasan de la gloria y el fulgor publicitario a las sombras. Otra vez, como estaban a principios del pasado mes de enero.