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Con detalles

  • 12 agosto 2019 /

El acuerdo para la reforma del sector eléctrico ya está, con prioridad, en planes derivados de los acuerdos adquiridos con el FMI.

Fechas, cantidades, rostros y el balance al día, detallado en años y administraciones, con cifra astronómica, piedra en la que han tropezado los acuerdos con organismos internacionales y lastre en las finanzas nacionales en el sector productivo y en el débil presupuesto familiar.

La primera entrega, ayer, del trabajo periodístico sobre la crisis financiera de la Empresa Nacional de Energía Eléctrica, que se completará a lo largo de la semana, es revelador. En una infografía, para los alérgicos a la lectura, padecimiento en aumento entre los jóvenes, se obtienen a vuelo de pájaro los tumbos hasta llegar en el primer trimestre de este año a la astronómica y catastrófica cantidad de 56,241 millones, cifra roja, acumulada en 17 años.

Las síntesis en cuadro sobre energía disponible, facturada y perdida van dando pistas sobre el inmenso agujero, mayor que los desagües en El Cajón, por el que se desliza con celeridad la crisis en crecimiento de la empresa de energía.

De ello es tarea de kínder obtener la millonada por la energía perdida y su acumulación, año tras año, para concretar el desastre financiero en el manejo de la Enee, cuya gerencia ha estado mayormente marcada por nombramientos de “colores”, como la canción, y algunos por experiencia empresarial, pero condicionados por una organización sindical que ha desembocado en accionista.

¿Solución? Técnicos tiene cada Gobierno que nos recuerda un adagio clásico, sin embargo, el agravamiento es progresivo, sin que se haya podido detener con la concesión a la Empresa Energía Honduras, cuyos logros en los dos primeros años se esfumaron y, según balance la Enee, las pérdidas han crecido hasta un 34.4%, muy por encima de los demás países de la región, estimada en un 12%.

El acuerdo para la reforma del sector eléctrico ya está, con prioridad, en planes derivados de los acuerdos adquiridos con el FMI que busca modificar estructura de la empresa, reducir las pérdidas, recuperación de deudas, revisión de contratos, los gigantescos, los medianos y los de “centavos”, mejorar la calidad de servicio y acabar con la triste historia de los apagones... Toda una agenda que si bien nos hace recordar aquello de que “del dicho al hecho hay mucho trecho” la esperanza es que esta vez se atiendan las recomendaciones de los verdaderos expertos y se le ponga fin a tantos años de lastre político que ha llevado a la ruina a la empresa estatal.