Mientras Zelaya no rompe relaciones ni aumenta sus enemistades con el que ahora lo acusa, JOH, inmediatamente que llega a la titularidad del Ejecutivo, se distancia del alcalde Ardón, despide a su hermano, que dirige el Fondo Vial, y transfiere los fondos de este a diferentes unidades gubernativas, confirmando que mantiene, desde el principio, una falta de química con Ardón, cuyo estilo administrativo, además de exagerado, es abiertamente provocador.
Zelaya, en cambio, intenta colocar como viceministro de Seguridad a un excandidato a diputado que no había logrado el favor del electorado de su departamento. La oposición de la embajada de Estados Unidos impide el cumplimiento de su palabra, lo que provoca que un comando guatemalteco asesine al diputado Juan Ramón Salgado, que había fungido como intermediario con los grupos ilegales guatemaltecos. Algo más. Durante su campaña electoral, cuando Zelaya viajaba a Tocoa, se hospedaba en Cayo Sierra, una aldea cercana, en la casa de los Maradiaga. Allí, en la cómoda residencia de Los Cachiros, Zelaya recibía a sus parciales. Xiomara, cuando fue candidata, hizo lo mismo.
Además, siguiendo hacia atrás, encontramos otras diferencias. Zelaya siempre se opuso a la extradición, con muchos argumentos, todos ellos favorables a los narcotraficantes. JOH, en cambio, desde su posesión como presidente del Congreso, introdujo modificaciones constitucionales que permiten la extradición de hondureños. Incluso, en la campaña electoral en que ganara su primer período, los narcotraficantes probablemente apuntaron en favor de uno u otro candidato. Por supuesto, como ocurre en estos casos, los capos de la droga, por aquello de las dudas, apostaron a los dos caballos para ganar de alguna manera, por eso es que siempre buscan hacer aportaciones, en un régimen que no tenía ningún control que diferencie el dinero sucio del limpio ni la aportación-inversión de la contribución inocente o simplemente política partidarista.
Aunque, como las propuestas eran diferentes, era inevitable anticipar que si no se conseguía protección, por lo menos –caso de Los Cachiros, por ejemplo–, se tenía acceso a los contratos para la construcción de obras públicas.
Y la discusión por la depuración de la Policía y la creación de la Policía Militar de Orden Público diferenció las posturas. Mientras JOH afirmaba que haría lo que tenía que hacer, Zelaya, por medio de su esposa Xiomara y sus seguidores, ofrecieron lo contrario. Ellos, de llegar al poder, serían más comprensivos, benevolentes, con quienes estaban implicados en actos ilegales.
Al ganar JOH, los narcotraficantes tuvieron que cambiar sus estrategias de aproximación, y lo que no pudieron lograr en forma directa, lo buscaron entre sus 17 hermanos: encontraron a uno de ellos y por allí penetraron. Vistas en forma retroactiva, la dos acusaciones son diferentes y no deben ser tratadas como iguales.