18/04/2024
04:47 PM

El Paleolítico

No es que no supieran que todo aquello era una farsa y una dictadura, sino que ahora ya lo sabía todo el mundo.

En 1989, a la caída del Muro de Berlín y al posterior desmoronamiento de la Unión Soviética, los grandes promotores de la Teología de la Liberación de inspiración marxista se quedaron, de repente, sin paradigma, sin modelo, sin “paraíso en la tierra”.

No es que no supieran que todo aquello era una farsa y una dictadura, sino que ahora ya lo sabía todo el mundo. No podían seguir promoviendo el servilismo de la Iglesia a la causa marxista, porque esta ya estaba desprestigiada. Entonces se reciclaron e inventaron un nuevo paraíso terrenal, con los mismos tintes marxistas, pero con otro lenguaje. Ese nuevo paradigma era la “pacha mama”, la “madre tierra”, y sus agentes eran los pueblos indígenas, que por el hecho de serlo ya estaban libres de todo pecado, como antes lo estaban los obreros simplemente por serlo.

Dejaron de hablar de la sociedad sin clases como utopía -para llegar a la cual había que pasar por la dictadura sangrienta del proletariado como un mal menor e inevitable-, para hablar del paraíso terrenal que era el mundo americano antes de la llegada de los torturadores españoles, primero, y de los explotadores norteamericanos, después.

Por eso se incrementó tanto el rechazo a los actos del V Centenario del descubrimiento de América. Hay que volver a ese paraíso terrenal, que es la nueva sociedad sin clases. Por eso, un personaje tan significativo como Leonardo Boff empezó a publicar, uno tras otro, libros ecologistas-revolucionarios (“Ecología, grito de la tierra, grito de los pobres”, “Ética planetaria desde el Gran Sur” o “La voz del arcoíris”, son solo tres ejemplos). El actual “Instrumentum laboris” está impregnado de esta visión idealista de las sociedades primitivas, a las que les compete el papel histórico de fuerzas revolucionarias.

Ahora resulta que el paleolítico es el paraíso en la tierra.