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Sin fronteras

  • 13 julio 2019 /

Se cumplen hoy cincuenta años del inicio de una guerra, absurda como todas, en la que los dos países centroamericanos más unidos y cercanos históricamente, familiarmente, incluso lingüísticamente, se enfrentaron por razones todavía no terminadas de explicar y que en alrededor de un centenar de horas produjo casi mil muertos del lado salvadoreño y más de dos mil del hondureño. La pérdida de una sola vida humana es ya una tragedia, las de casi tres mil, imagínense ustedes. La mal llamada “guerra del fútbol” produjo, además, daños económicos, la separación de muchas familias y, particularmente, un grave retroceso en el proceso de integración regional, una necesidad para el desarrollo centroamericano.

Todos sabemos que la unión de las antiguas Provincias del Centro de América es mucho más que un sueño romántico. Separados no tenemos la misma fuerza ni económica, ni política, ni cultural. Centroamérica unida resulta mucho más atractiva para la inversión, para el comercio, para el turismo... para todo aquello que nos puede llevar a un verdadero progreso en todos los ámbitos que exige el desarrollo humano.

El Mercado Común Centroamericano, una de las posibles causas de la guerra, fue solo uno de los elementos que buscaban la integración. Pero se aspiraba a mucho más. En el aspecto educativo se impulsó incluso la redacción de textos escolares que mostraran la riqueza cultural del istmo y los rasgos comunes que hacen del conjunto de los países una sola patria grande. Así nació, para el caso, un libro de lectura que llevaba como título: “Sin fronteras”, el que incluía la narración de un hipotético viaje en el que se iba desde Guatemala hasta Panamá, se incluía el país canalero, que procede de otra cepa histórica, y se iban dando a conocer diversos aspectos de cada nación. Claro, cuando estalla la guerra, en Honduras se procede a retirar inmediatamente de las escuelas el mencionado texto, al que se le hacen algunos retoques y se reedita bajo el nombre de “¡Despertad!”. En un hecho tan singular y curioso como este se reflejaba la intención de evitar que el primer título fomentara las “intenciones expansionistas” de los vecinos y hermanos salvadoreños.

Cincuenta años después no se ha terminado de hacer un balance serio y científico sobre los oscuros motivos que detonaron el conflicto. El Salvador se sumió, luego de la guerra del 69, en un conflicto intestino que tomó casi veinte años terminar, y Honduras, de alguna manera, se aisló del contexto centroamericano. Con los años se ha intentado recuperar el tiempo perdido para la integración, pero falta camino que recorrer.