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¿Cuál diálogo?

  • 24 junio 2019 /

No existe interacción entre los dialogantes y menos empatía, no hay condiciones que les permitan ponerse por un momento en los zapatos del otro.

Noé Vega

La sociedad hondureña tiene muchos años de arrastrar dos grandes problemas que, en vez de solucionarse se profundizan cada día más con una cuota de responsabilidad demasiado alta, que recae sobre la clase política, estos problemas son la división de la sociedad hondureña y la falta de un diálogo respetuoso entre la sociedad.

Hace tiempo que la sociedad hondureña ya no se ve como igual, hace tiempo que el diálogo no puede ser respetuoso o cordial, pues en todo diálogo se trata de demeritar las ideas y la personalidad del contrario para conseguir más puntos y el odio encarnizado por cuestiones políticas hace saltar siempre lo peor de ambas partes.

En un momento tan delicado, de crispación social, política y económica cómo es posible que no se pueda dialogar entre las partes en conflicto, cómo es posible que en toda una nación no haya interlocutores capaces de sentar al diálogo a ambas partes, pues el odio y la venganza entre los hondureños ha echado raíces demasiado fuertes como para creer que un diálogo sincero y respetuoso es posible.

Se dice que hay dos escenarios de diálogo, otros dicen que son dos monólogos, pero lo cierto es que son diálogos de papel, pues cada uno de ellos no hace más que encerrarse en sus propias ideas y sus propias concepciones de los problemas y de la realidad, pero comunicación efectiva entre las partes en conflicto no existe, por lo tanto, es un diálogo de papel, donde nadie habla con nadie, ya que lo único que hacen es plasmar por escrito sus propias cerrazones.

Habría que comenzar a definir lo que se entiende por diálogo en la actualidad y si estos diálogos que se han instalado responden al concepto de lo que significa dialogar, porque lo que están haciendo es espiándose mutuamente en ambos diálogos para luego dar a conocer sus posturas diferentes y lanzárselas frontalmente al oponente, esperando que esas respuestas contradigan de tal forma la postura del contrario que le permitan disfrutar una dulce venganza al ver fracasadas las ideas del otro.

No existe interacción entre los dialogantes y menos empatía, no hay condiciones que les permitan ponerse por un momento en los zapatos del otro, pues de lo que se trata es de imponer su propia visión de los problemas y las soluciones, sin querer escuchar las posturas del otro, pues hay un odio y una sed de venganza que no se puede ocultar.

Esos diálogos de papel solo sirven para inflamar más el fuego que se ha encendido en este país, esos diálogos de papel si bien reciben buenas ideas son incapaces de producir cambios al problema, porque el otro simplemente no está escuchando, porque se prefiere dialogar con la pared que enfrentar al contrario frente a frente, porque en realidad no es la otra parte, no es el contrario, es el enemigo. Así es como nos vemos y así es como se ven en los diálogos paralelos.

Hay una sociedad llena de odio, de resentimiento y de venganza que busca formas de sacar todos esos sentimientos y que después del problema de la salud y la educación, que son gravísimos y que necesitan abordarse y resolverse, pero buscará nuevos retos, nuevos chivos para poder descargar toda esa frustración de no poder ver al otro como desearía, fracasado y terminado.

Entonces cuál diálogo es el correcto, solo el que las partes se ven de frente y se escuchan mutuamente con respeto, los demás son diálogos de papel aunque se les llama de manera diferente.