19/04/2024
06:42 PM

Avidez de nuevos líderes

La necesidad de nuevos liderazgos, en plural y nunca en singular, va más allá de encontrar quién ocupará la silla presidencial cuando concluya el actual mandato.

Elisa Pineda

La situación sociopolítica por la que atravesamos en Honduras, marcada por la enorme desconfianza y la especulación como regla, deja en evidencia la necesidad de contar con nuevos líderes, más adaptados a nuestros tiempos, con ideas frescas y un discurso también congruente con esta nueva realidad en la que nos encontramos. A veces parece que en diez años no hemos hecho otra cosa que caminar en círculos, con el enorme riesgo de repetir historias y con la misma agenda que se traduce en la confrontación entre buenos y malos, tan dañina para el desarrollo del país.

En este escenario es difícil creer que haya casos puros de bondad y maldad; más bien encontramos que cada uno tiene una dosis de culpa en esta situación de desasosiego colectivo en la que estamos. Por eso provoca admiración, para algunos algo de envidia, la controversial imagen del presidente de El Salvador, Nayib Bukele, tan soberbio, pero también tan lleno de respuestas, al menos por ahora. Particularmente, considero poco probable mantener una imagen tan fuerte y proactiva durante mucho tiempo; la historia de Bukele apenas ha comenzado, pero si bien es muy cercana, no es precisamente la nuestra.

En Honduras, encontramos liderazgos desgastados, con frases de batalla trilladas, que francamente producen cansancio crónico. La lucha de ideologías de derecha o de izquierda, los paraísos construidos con palabras en ambos lados, no encuentran una correspondencia verdadera con lo vivido. Es un bipartidismo disfrazado de pluralidad, pues al final solamente hemos visto que el partido político que surgió de la crisis de 2009 ha sustituido al que en algún momento fue el partido de las grandes mayorías, el que proclamaba ir “siempre adelante, nunca hacia atrás”.

La avidez por encontrar nuevos líderes puede ser positiva, en la medida que lleve a la población en general y a los distintos partidos y gremios en particular, a plantearse con seriedad a quienes impulsan como nuevas figuras, capaces de hacer frente a los retos que implica dirigir esta nación tan pequeña, pero tan convulsa.

Puede ser negativa también, en la medida en que las circunstancias sean aprovechadas para construir liderazgos sintéticos, solamente para salir de la crisis, pero poco preparados para encontrar soluciones de mediano y largo plazo.

La necesidad de nuevos liderazgos, en plural y nunca en singular, va más allá de encontrar quién ocupará la silla presidencial cuando concluya el actual mandato.

En Honduras tenemos la falsa percepción presidencialista, como si todas las decisiones del país estuviesen en manos de una sola figura. Si bien la historia del país nos ha demostrado una imagen presidencial con atributos de cacicazgo, un buen gobierno no se construye con una sola persona, sino con un equipo de gente capaz para las tareas encomendadas.

Pero eso es solamente en el Poder Ejecutivo. El Legislativo, elegido a través del voto popular, nos debe preocupar aún más. Hemos sido partícipes, a través de los medios de comunicación, de la ausencia de habilidades para el diálogo, de la defensa descarada de intereses particulares en sesiones en las que abunda la confrontación y hay clara ausencia de propuestas para el desarrollo.

¿Quiénes los llevaron a ocupar sus curules?, ¿quiénes eligieron por simpatía, por simple popularidad y no por capacidad? Admitámoslo, nos guste o no, ellos nos reflejan. La urgencia de adecentar la clase política existe y hay que asumirla con responsabilidad. Estamos ávidos de líderes reales, confiables, con trayectoria que les avale. Estamos cansados de la podredumbre, del cinismo, de ídolos de barro.