No hay que olvidar, para valorar lo que está sucediendo en toda su amplitud, que los que le han echado el órdago al Papa -o nos das todo esto o nos vamos-, son los que se han presentado hasta ahora como sus más fervientes partidarios, y que tienen, además, el apoyo de los grandes medios de comunicación y del dinero que se mueve tras ellos. Es como si temieran que se les pase la oportunidad de sacar adelante sus propuestas, porque el Papa va ya camino de los 83 años y quisieran acelerar, aun a costa de poner al Santo Padre en una situación difícil. En todos estos años, nunca, ninguno de los obispos o cardenales fieles a la tradición ha hablado de que si no se hacían determinadas cosas se iban a ir de la Iglesia; nunca le han hecho un chantaje al Santo Padre, y eso que pasan por ser sus más acérrimos enemigos. En cambio, ahora, son sus supuestos amigos los que le llevan a una situación límite.
El Papa no puede ser sometido a chantaje y cuando los que lo hacen tienen la osadía de hacerlo público, es que son conscientes de su poder o que están realmente desesperados porque ven que el tiempo se les acaba.
Tenemos que apoyar al Papa con nuestras oraciones, para que no ceda a lo que le exigen los cato-protestantes. Rezamos por el Papa, para que sea siempre fiel a su misión de ser el vicario de Cristo, el que custodia y protege el tesoro de la revelación y no el que lo cambia.