24/04/2024
07:47 PM

Humanos a la antigua

Nos dio la esperanza de evolucionar como personas y de desarrollar las actividades que nos propusimos. Fue aquí donde decidimos tener hijos y acompañarlos en sus vidas tratando de hacerlos exitosos.

Francisco Gómez Villela

Todos los días el sol bendice esta tierra como lo ha hecho desde la creación. Para los que aquí nacimos, que aquí hemos desarrollado una vida y que probablemente aquí moriremos, este es nuestro país. Ha sido un buen país. Nos dio cobijo al nacimiento. Nos dio un sentido de pertenencia. Nos dio una nacionalidad.

Nos dio la esperanza de evolucionar como personas y de desarrollar las actividades que nos propusimos. Fue aquí donde decidimos tener hijos y acompañarlos en sus vidas tratando de hacerlos exitosos.

Este país nos dio límites geográficos, moneda, clima, flora y fauna. Nosotros somos el contenido, la fuerza, la energía que hace que las cosas sucedan. Buenas o malas. Si es un mal país es por nosotros. Porque un país es la suma de las acciones y omisiones de sus ciudadanos. Y tenemos muchos aspectos frágiles. La pereza, la irresponsabilidad, la violencia doméstica, la corrupción, la vulgaridad, la deshonestidad, la falta de integridad, la falta de compromiso, la calumnia. Cosas por el estilo.

Nos hace falta orgullo del bueno. Del que nace de la certeza de sabernos personas de bien. De ser gente enfocada en mejorar las condiciones de vida en base a esfuerzo propio. Del orgullo que otorga la honestidad. Nos hace falta más decencia. El aprender a vivir en comunidad respetando al prójimo. A desarrollar nuestras vidas acorde a las buenas costumbres. Recordando que la sexualidad es privada, que los atributos físicos en poca ropa no se presumen en redes , y que la vulgaridad y las malacrianzas no son del gusto de la generalidad. Nos hace falta más amor propio. Vivimos demasiado en la piel de los demás. Ponemos nuestras vidas en segundo plano porque nos importa demasiado el figurar y para esto hay que ser hipócrita. Vender una imagen que no somos. Nos hace falta más sabiduría. Por estudio, experiencia o espiritual. La sabiduría enseña a discernir lo correcto y lo incorrecto. Una persona comprometida a hacer las cosas bien hechas tiene muy pocas posibilidades de fallar. La línea entre el bien y el mal está bien demarcada de día y de noche.

Hay mucho odio, resentimiento y soberbia aquí dentro de las fronteras. Como personas estamos llenos de diablos y monstruos, y los manifestamos cotidianamente. Como expresó Ghandi, “la persona que no está es paz consigo misma, será una persona en guerra con el mundo entero”. Debemos volver a retomar las lecciones de nuestros abuelos sobre la urbanidad. En su tiempo ese concepto se vestía con elegancia siempre.

Requerimos un nuevo humano. Uno nuevo hecho a la antigua. Con valores y principios. Pacífico. Tenemos que ablandar el corazón y volvernos humildes. Debemos asumir la responsabilidad de volvernos líderes de conciencia elevada.

Solo así saldremos adelante. Unidos por nacionalidad y la visión de un futuro común. Sin violencia. Sin confrontación inútil. Sin vivir las pasiones de la política.

Creando la esperanza asequible de un país que nos genere orgullo y un sentido de pertenencia.