19/04/2024
11:01 PM

El ruinoso futuro

El proceso que están siguiendo (la iglesia alemana) es exactamente el mismo que siguió Pedro, al cual hay que conceder que tenía también buenas intenciones. Primero, en Alemania se está produciendo un “seguir de lejos a Jesús”, pues como la misma Conferencia Episcopal indica, al menos la mitad de sus sacerdotes no reza ni se confiesa nunca.

Este enfriamiento en la relación personal con Cristo va unido al “sentarse en torno al fuego” con los enemigos de Cristo, simbolizando ese “fuego” el confort proporcionado por el dinero que, supuestamente, les dejarían de aportar los católicos más secularizados si la Iglesia decidiera ser más fiel a la tradición, y muy especialmente el aplauso que los medios de comunicación dedican a los sectores más liberales de la Iglesia.

El resultado es el mismo que el que sucedió con Pedro: la traición. Y la consecuencia de esa traición es lo que ya se está produciendo: el abandono de los fieles, porque, ¿quién quiere seguir a una Iglesia que ha traicionado a Jesús? Si la sal se vuelve insípida, dice el Señor, no sirve nada más que para que la echen a los caminos y la pisoteen los hombres.

Pero, peor aún que esta tragedia que se está dando ya en Alemania, es el hecho de que ese es el modelo que se quiere aplicar en la Iglesia entera. ¿Tiene sentido que se ofrezca como modelo algo que se está viendo que es un tremendo fracaso? Si se podía pensar que el objetivo de los que iniciaron el proceso de secularización en la Iglesia, según el llamado “espíritu del Concilio”, era evitar que la gente se alejara, ¿se les puede seguir considerando honestos cuando ven que su proyecto fracasa y, sin embargo, persisten en él e incluso quieren arrastrar a otros a la misma ruina en la que ellos ya están? Es posible que todavía quede alguno con buenas intenciones, pero, a la vista de lo que sucede, su ignorancia ha dejado de ser invencible para convertirse en culpable.