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Resiliencia y adversidad

  • 18 abril 2019 /

Ismael Cala

Tiger Woods, la leyenda del golf, ha vuelto a ganar el Masters de Augusta, a los 43 años de edad. Los expertos creen que se trata del “regreso más increíble jamás visto en el deporte mundial”.

Después de intervenciones quirúrgicas, problemas familiares y un accidente, el norteamericano ha vuelto por la puerta grande. Hay quienes creen que las oportunidades terminan con el paso del tiempo o que las adversidades coyunturales son definitivas para la vida personal y profesional de los seres humanos. A los primeros siempre les recuerdo el dictamen de la psicóloga chilena Pilar Sordo: solo empezamos a envejecer cuando los recuerdos se imponen a los proyectos. A los segundos, que la felicidad y el éxito no implican un escenario sin problemas ni contratiempos. La felicidad es precisamente saber gestionar los altibajos de la vida, disfrutar el camino, seguir adelante y compartir.

Un estudio de la Universidad de Granada (España) no encontró diferencias estadísticamente significativas entre resiliencia y edad, pero sí pudo establecer que los deportistas entrados en años son más resilientes, debido a una mayor experiencia frente a la adversidad. Seguramente, muchos pensaron que Tiger no volvería a la cima del golf mundial, que su excelente carrera ya era suficiente y que debía conformarse. Sin embargo, también seguramente, él miró hacia adentro y halló respuestas que nadie más podía escuchar. “No hay nadie menos afortunado que el hombre a quien la adversidad olvida, pues no tiene oportunidad de ponerse a prueba”, decía el filósofo Séneca.

Hoy muchos alaban al futbolista argentino Lionel Messi, pero ¿cuántos conocen la dura batalla para elevar su estatura? A los 13 años era más pequeño de lo habitual en un jugador, por lo que tuvo que someterse a un largo tratamiento médico. El éxito de Messi es una historia de resiliencia, constancia, talento y pasión.

El deporte nos ofrece innumerables casos de gestión de la adversidad, pero en todas partes hay muestras elocuentes, incluso en nuestra propia vida y entorno.
Por ejemplo, resiliencia y perseverancia frente a los golpes continuos —y muchas veces devastadores— es lo que se espera hoy de los franceses y europeos, puesto que la catedral de Notre Dame de París, un símbolo de la cultura universal, ha sido cruelmente afectada por el fuego; sin embargo, estoy seguro de que, con la ayuda de todos, volverá a levantarse.