17/04/2024
01:05 AM

Es muy fácil matar en México

México es un país muy peligroso. El principal reto del nuevo presidente, Andrés Manuel López Obrador, es que no sigan matando a tantos mexicanos.

Jorge Ramos Ávalos

“Morir y matar son ideas que pocas veces nos abandonan”: Octavio Paz en El laberinto de la soledad.

México es un país muy peligroso. El principal reto del nuevo presidente, Andrés Manuel López Obrador, es que no sigan matando a tantos mexicanos. Pero, hasta el momento, las cosas no han cambiado.

Las cifras de asesinatos en México son parecidas a las de zonas de guerra o a las de Venezuela, adonde el Gobierno promueve la violencia contra sus opositores y controla a los “colectivos” (que en realidad son grupos paramilitares en motocicletas). Los feminicidios en México se ejecutan con casi total impunidad; ser mujer en Ecatepec o en Tijuana tiene un peligro extra. Y el país es uno de los más arriesgados del mundo para ejercer el periodismo. Todo sigue igual. Todavía.

​Durante el sexenio de Enrique Peña Nieto se llevaba un conteo de todos los “homicidios dolosos”. Las cifras son aterradoras. Desde el primero de diciembre de 2012 al 30 de noviembre del 2018 fueron asesinados 128,619 mexicanos. Ha sido uno de los peores presidentes que ha tenido el país.

Los muertos durante el sexenio del priista Peña Nieto -el más sangriento en la historia moderna de México- superaron a los 104,089 durante el Gobierno del panista Felipe Calderón. A pesar de ser de partidos políticos distintos, lo más grave es que ninguno de estos dos mandatarios aprendió del pasado y de sus errores. Calderón y Peña Nieto hicieron lo mismo durante 12 años y los resultados fueron exactamente los mismos: más muertos. ​Durante los primeros tres meses del Gobierno de Andrés Manuel López Obrador han seguido matando a mexicanos a niveles sin precedentes. En estos meses fueron asesinados 8,524 mexicanos (2,875 en diciembre 2018, 2,853 en enero 2019 y 2,796 en febrero). Hubiera sido injusto titular esta columna: Los muertos de AMLO porque él apenas lleva unos meses en la presidencia y no es responsable de las condiciones en que le dejaron el país.

Pero la violencia no se ha detenido, mágicamente, solo porque el nuevo presidente tiene ideas distintas para enfrentar este problema. Lo desalentador es que si se mantienen estos niveles de violencia durante todo 2019, el primer año de López Obrador podría convertirse en el más sangriento que se recuerde. Más que cualquier año de Peña Nieto o de Calderón.

​López Obrador, por supuesto, ha propuesto la creación de una Guardia Nacional para lidiar con la delincuencia y el narcotráfico. La alta comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, ha aceptado asesorar al Gobierno mexicano en este esfuerzo (mientras continúa el debate de si la nueva guardia tendrá una naturaleza mayoritariamente militar o civil). ​ A mí lo que me preocupa es que no hay un plan B y que no existe una estrategia a corto plazo para detener tantos asesinatos.

​No todos los mexicanos tienen la suerte de recibir la protección de un puñado de agentes o militares como los expresidentes Vicente Fox y Felipe Calderón. Entiendo las razones: pocas cosas podrían desestabilizar más al país que un atentado contra un expresidente. Pero está claro que en México todavía hay ciudadanos de primera y luego todos los demás. La misma certeza que tienen Fox y Calderón de que no les pasará nada a ellos y a sus familias debería extenderse al resto del país. Por ahora eso es imposible.

​Son muchas las promesas de López Obrador. La más obvia es su lucha contra la corrupción. Pero aún si lograra concretar la mayoría de ellas, los mexicanos no le perdonarían que fallara en el problema de la criminalidad. Es el gran asunto pendiente de la joven democracia mexicana. ​Que no nos maten. ¿Es mucho pedir?