Desde cuál carrera estudiar —porque “es de más prestigio o asegura mejores ingresos”—, pasando por dónde y cómo vivir, cuál automóvil comprar, hasta cómo se supone que nos “deberíamos” sentir ante determinadas situaciones o momentos, vamos por la vida cumpliendo las expectativas de terceros, pero profundamente engañados. Según las estadísticas, solo un 58% de la población estudiantil escoge su carrera por vocación, mientras que el 42% restante se divide entre personas que estudiaron una profesión por compromisos familiares, por sugerencias de terceros o por salidas económicas, entre otros factores. Es decir, de cada diez estudiantes, al menos cuatro estudian por diversos motivos que no necesariamente son por convicción propia.
Me gusta la frase de John Herschel: “El respeto por uno mismo es la piedra angular de toda virtud”. Y, cuando me preguntan sobre este tema, comento que es la brújula que me permite tomar todas las decisiones que más resuenan con mi ser.
Entonces, la próxima vez que te sientas inseguro acerca de una decisión por “cumplimiento” o más honesta contigo, te invito a hacerte las siguientes preguntas: ¿Esto me hará sentir en paz y tranquilo? O, por el contrario, ¿me generará más problemas en el futuro? Si yo fuera una tercera persona y me tuviera que dar un toque, ¿qué me aconsejaría? Siempre digo que las respuestas están dentro de nosotros, solo debemos conectarnos de forma efectiva con ellas. No vayas por la vida cumpliendo y mintiendo, sino haciendo que pensamiento, sentimiento y acción avancen en la misma dirección.