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Se fue Juana la Loca

  • 01 abril 2019 /

Se nos fue Juana, pero no una Juana cualquiera, esa poeta, esa escritora cuyas palabras la mantendrán viva en la literatura.

Noé Vega

Se nos fue Juana, pero no una Juana cualquiera, esa poeta, esa escritora cuyas palabras la mantendrán viva en la literatura y en la mente de los hondureños. Se nos fue sin despedirse adecuadamente, dicen que estaba enferma y un poco loca, pero quién no lo está. Los escritores especialmente están todos enfermos y un poco locos; enfermos porque tienen la enfermedad de creer que el mundo puede ser mejor, que tienen algo que decir y que la gente nos va a escuchar.

Locos porque como son todos un atajo de hombres y mujeres que se decidieron por lo intangible, se decidieron a vivir de lo que no se toca, de lo que no se puede palpar y, por lo tanto, es difícil valorar con los medios de intercambio humanos que suenan y cuentan sobre la mesa o ante la utilidad bancaria. Por eso todos están locos, locos junto con los artistas y los músicos con esa suerte de locura que no sé dónde tiene su manicomio, por eso son infravalorados, por eso desde la familia hasta los más íntimos siempre les hacen la misma pregunta: de qué van a vivir.

Como si el hombre solo viviera de pan, del pan que alimenta la carne y caduca tan fácil como caduca el hombre; pero no, el hombre realmente no vive de pan, vive de la palabra, y en cuenta a palabra, Juana la Loca supo como muchos conjugar verbos, arreglar palabras, pero más que eso, Juana la Loca les puso espíritu y sentimiento a las palabras. Esas palabras hablaron por ella, pero también por otras, por otras que no viven de la palabra como quiso Juana la Loca, pero que les faltó siempre una palabra, palabra buena, amable y generosa de la que esa Loca se hizo eco.

No es fácil vivir de lo intangible en un país pobre, pobre de recursos y pobre de palabras, se necesita estar enfermo para creerlo y muy loco para vivirlo; pero así son los escritores, enfermos y locos, con nombres que se pierden entre las letras y letras que los vuelven más locos cada día. De esos era Juana la Loca, de esos locos que creen que todavía hay algo que se puede cambiar, de esos que creen que le pueden ayudar a Dios, cuando en realidad son ellos los que necesitan la ayuda de Dios.

Porque esa locura no cree que encuentre cura y esa enfermedad no tienen fin, porque así se fue Anderson con su mira a Honduras con otros ojos, así también se fue Juana, la Loca, la enferma, pero no del cuerpo sino del alma, porque como Anderson creyó todavía que podemos ver el mundo con otros. Ojalá que en ese otro mundo también te puedan ver distinto, adiós Juana, la Loca.