En un viaje a la ex-URSS, unos años después de abandonar el socialismo real, destruir las estatuas de Lenin y tirar a la basura las teorías de Marx, asistí a la plática de un alto exfuncionario del régimen soviético. Describió todos los errores que llevaron al Gobierno socialista a implementar políticas que generaron escasez, colas interminables para conseguir alimentos, desempleo y pérdidas de las libertades, que culminaron con la miseria de más del 90% de la población.
Después de la plática le pregunté al exfuncionario, exsocialista, por qué habían llegado a tan lamentable situación. Su respuesta deja una gran enseñanza, válida en estos días: “Controlábamos todo, no había oposición, y cualquier crítica de una persona o grupo era acallada inmediatamente. No sabíamos qué opinaba la gente de nuestras políticas económicas, guardaban silencio por miedo, solo se escuchaban los aplausos de miembros de nuestro partido a todo lo que hacíamos. La falta de una prensa que criticara las acciones del Gobierno nos llevó a perder el rumbo”.
Eso mismo pasó en mayor o menor grado en la China de Mao y en la Cuba de Castro, y puede pasar en México si el partido en el poder busca acallar a quienes critican los dichos y programas de su presidente. Si el presidente critica a las calificadoras, legisladores de su partido a las pocas horas dicen que presentarán un proyecto de ley para “descalificarlas” y hasta negarles el permiso de opinar en México si bajan su calificación, pues “las calificadoras -dijo un senador de Morena- están para calificar, no para descalificar”. Esa expresión refleja el grado de ignorancia en materia económica de algunos legisladores, que en su afán de hacer eco a todo lo que dice el presidente lo pueden llevar a perder el rumbo. “La crítica racional es la base del progreso”, señaló Karl Popper, uno de los grandes filósofos del siglo XX.
Después de la plática le pregunté al exfuncionario, exsocialista, por qué habían llegado a tan lamentable situación. Su respuesta deja una gran enseñanza, válida en estos días: “Controlábamos todo, no había oposición, y cualquier crítica de una persona o grupo era acallada inmediatamente. No sabíamos qué opinaba la gente de nuestras políticas económicas, guardaban silencio por miedo, solo se escuchaban los aplausos de miembros de nuestro partido a todo lo que hacíamos. La falta de una prensa que criticara las acciones del Gobierno nos llevó a perder el rumbo”.
Eso mismo pasó en mayor o menor grado en la China de Mao y en la Cuba de Castro, y puede pasar en México si el partido en el poder busca acallar a quienes critican los dichos y programas de su presidente. Si el presidente critica a las calificadoras, legisladores de su partido a las pocas horas dicen que presentarán un proyecto de ley para “descalificarlas” y hasta negarles el permiso de opinar en México si bajan su calificación, pues “las calificadoras -dijo un senador de Morena- están para calificar, no para descalificar”. Esa expresión refleja el grado de ignorancia en materia económica de algunos legisladores, que en su afán de hacer eco a todo lo que dice el presidente lo pueden llevar a perder el rumbo. “La crítica racional es la base del progreso”, señaló Karl Popper, uno de los grandes filósofos del siglo XX.