De manera que me sorprendí mucho cuando me contó que está teniendo dificultades para promocionar su nuevo libro, una novela basada en el presidente Andrés Manuel López Obrador. La novela, titulada “Ladrón de esperanzas”, trata sobre un presidente ficticio llamado Antonio M. Lugo Olea. Sus iniciales son las mismas que las del actual presidente de México, AMLO.
Su antecesor en el libro es otro personaje ficticio llamado Ernesto Pasos Narro. Sus iniciales, EPN, son las mismas que las del reciente presidente mexicano Enrique Peña Nieto. La portada del libro muestra una imagen, tomada desde atrás, de AMLO, el verdadero. El AMLO de la novela es un líder bien intencionado pero mesiánico y errático que miente todo el tiempo, a veces sin ser consciente de ello. Son algunas de las cosas que sus críticos le endilgan al actual presidente mexicano.
“Esta es mi primera novela periodística escrita en tiempo real”, me dijo Martín Moreno. “Y estoy teniendo muchos problemas para difundirla”. A diferencia de lo que sucedió cuando lanzó sus libros anteriores, le está costando que los periodistas lo entrevisten sobre su nuevo libro, dijo. “Debo haber enviado unas 60 cartas a los presentadores de radio y televisión, y solo cuatro o cinco me respondieron”, dijo. Cuando le pregunté si cree que AMLO está tratando de censurar su libro, Martín Moreno me dijo que “no es censura, sino autocensura. Los periodistas le tienen pánico a este hombre. El miedo está aflorando a una velocidad sorprendente”. Puede ser el miedo a AMLO, el miedo a sus partidarios o simplemente el miedo de ir contra la corriente. AMLO fue elegido con el 53 por ciento de los votos y su popularidad se ha disparado desde entonces. Una nueva encuesta del diario “Reforma” muestra que tiene un índice de aprobación del 78 por ciento.
Durante sus primeros 100 días en el cargo, AMLO subió el salario mínimo en un 16 por ciento y aumentó las pensiones, pero la mayoría de los economistas temen que la luna de miel de AMLO no durará mucho, ya que la economía eventualmente se desinflará por falta de inversiones. El Fondo Monetario Internacional y la mayoría de las principales instituciones financieras ya han rebajado las previsiones de crecimiento de México para este año. Al igual que el presidente Donald Trump, AMLO ataca rutinariamente a lo que llama “la prensa fifí” y a los periodistas “neoliberales”.
Lo que es igual de preocupante, hay ejércitos de tuiteros bien organizados que están atacando e intimidando a los periodistas que se atreven a hacerle preguntas difíciles al presidente o que lo critican. Un estudio del laboratorio de medios Signa Lab de México confirmó estas campañas, pero expresó que no podía determinar si son espontáneas u orquestadas por el Gobierno. Tal vez como resultado de este tipo de intimidaciones, las conferencias de prensa diarias de AMLO rara vez incluyen preguntas difíciles. Todas estas son malas señales para el futuro de México. Si hay un clima de intimidación contra los periodistas críticos en momentos en que la popularidad de AMLO es del 78 por ciento, ¿qué pasará cuando disminuya al 30 o 40 por ciento, como probablemente pasará cuando el presidente se quede sin dinero para dar aumentos salariales? México todavía tiene una importante reserva de periodistas muy valientes, pero el peligro es que ellos —y novelistas como Martín Moreno— pronto sean eclipsados y silenciados. En momentos en que el presidente de México tiene poderes casi sin precedentes, una prensa independiente es la mejor garantía de que el país conserve un sistema de pesos y contrapesos. Sin eso, México pronto podría tener una presidencia imperial populista.