16/04/2024
12:06 AM

Buen padre, buen esposo

Alguna vez he oído semejante despropósito: fulano es un auténtico patán con su mujer, pero es un excelente padre con sus hijos.

Roger Martínez

Recién ayer se celebró el Día del Padre en Honduras. Como he dicho en muchas ocasiones, una celebración más que discreta y a la que se le hace mucho menos ruido que a la que, el segundo domingo de mayo, se les dedica a las madres. Razones habrá para que esto sea así, pero no es de esa diferencia notable entre estas dos celebraciones que quiero hablar, sino de la relación que no siempre se establece entre los hechos de ser buen padre y ser buen esposo.

Resulta que cuando se define un perfil de la paternidad ideal suele señalarse que un buen papá debe ser un hombre cariñoso, siempre disponible, presente en la vida de los hijos, trabajador y modelo de una amplia gama de valores y virtudes humanas, y todo lo anterior es cierto. Todo aquel que quiera ejercer con dignidad la labor de padre debe ser un tipo acogedor, que sabe sacar tiempo para acompañar a sus hijos a un acto escolar o a una actividad deportiva, que sabe transmitir con su ejemplo el sentido de la honradez, del respeto, de la responsabilidad, de la prudencia y un largo etcétera. Se olvida, sin embargo, que un buen padre, para poder serlo debe ser, y es esta una condición ineludible, buen esposo.

Y es que, obviamente, la paternidad y la maternidad vienen emparejadas, ya que para llegar a ser padres se necesita de la colaboración activa y definitiva de una madre, y el desempeño de cada uno de esos roles es casi siempre o, por lo menos, debería serlo, simultáneo y de naturaleza colaborativa. Un hombre que no respeta a su esposa, que no la trata con delicadeza, que desconoce la idéntica dignidad que con ella comparte, que, producto de desafortunados atavismos machistas, no reconoce la horizontalidad que debe existir en la relación conyugal, es imposible que sea un buen padre.

Alguna vez he oído semejante despropósito: fulano es un auténtico patán con su mujer, pero es un excelente padre con sus hijos. A menos de que el individuo en cuestión padezca esquizofrenia o un gravísimo trastorno de bipolaridad, la afirmación anterior carece de sentido. No puede ser buen padre un hombre que le da a sus hijos un pésimo ejemplo al maltratar física, psíquica o afectivamente a la madre de los mismos o que irrespeta el pacto conyugal, si es que alguna vez lo estableció con sinceridad, en el que se comprometió a amar, servir y respetar, en las buenas y en las malas, a la que luego lo convertiría en padre.

Aunque sea un día tarde, muchas felicidades a los que hayan entendido y vivido lo anterior, y a la esposa y los hijos de los que no, que Dios les dé fuerza para sobrellevar tan pesada carga.